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Alcalá 1955, cuando la basura se recogía en carruaje

Alcalá 1955, cuando la basura se recogía en carruaje

Con estos ojos y con esta cámara, Cas Oorthuys retrató la Alcalá de 1955. Los ojos de sus gentes, la tranquilidad que ofrecía la luz de esa mañana, este holandés inmortalizó una ciudad que, pese a la amargura de la postguerra, transmitía una mirada sosegada. 43 de estas imágenes  las pueden ver en Santa María La Rica, que se convierte en una máquina del tiempo que te mostrará cómo ha cambiado Alcalá en los últimos 60 años.

«En esta exposición se puede una Alcalá sin coches, con carros tirados por mulas, con niños jugando con la pelota o edificios donde los árboles no quitan visibilidad a las fachadas como la Universidad o la Plaza de Palacio. Y sobre todo, un ambiente de tranquilidad», indica uno de los dos comisarios de la exposición Luis Alberto Cabrera, que explica que Cas Oorthuys era una persona «muy comprometida con la izquierda, era simpatizante del partido comunista holandés y luchador antinazi. Llegó a España en 1955 y se tomó el trabajo de una manera muy profesional». «Los que vengan se podrán encontrar una ciudad tranquila, sin querer mostrar una España decadente o hambrienta. Incluso da una imagen dulce, donde los ciudadanos parecían vivir en un mar de tranquilidad», añade Cabrera.

Una Plaza de San Diego y una Plaza de las Bernardas sin árboles, carruajes para llevar el pan y la basura, andamios en los patios de la Cisneriana, la Magistral tapiada porque dentro estaba totalmente derruida, alumnas con uniforme saliendo de las Filipenses, la pillería de los más pequeños, tahonas en la calle Mayor, jóvenes posando en la fuente de los Cuatro Caños, en definitiva,  una Alcalá que parece la misma pero que era bien diferente.

«No hay ningún fotógrafo que haya captado el alma y la sensibilidad de la vida alcalaína en la mitad del siglo XX como lo hice él», afirma el comisario de la exposición José María San Luciano. «Otros vinieron a fotografiar los edificios, pero Cas Oorthuys los refleja en segundo plano. Lo primero son las personas, el ambiente, la atmósfera y al fotografiarlo salen los edificios, pero no en un primer plano», explica San Luciano. «Es una preciosidad para los que nos han hecho recordar la niñez», apunta.

No hay mejor manera que aprender de nuestro pasado para disfrutar de nuestro presente. Este viaje en el tiempo, esta mirada atrás en blanco y negro, estará abierto hasta el 23 de diciembre.