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Ya están aquí… / Por Anabel Poveda

Ya están aquí… / Por Anabel Poveda

Para empezar a leer el post de esta semana os tengo que dar unas pequeñas pautas: el titular lleva entonación de niña diabólica con ojos en blanco al más puro estilo Poltergeist. Y es que más miedo que los espíritus, los muertos vivientes y la invasión zombie, a mí lo que de verdad verdadera me da paniquito son las Navidades.

Y aquí están, a la vuelta de la esquina, con los turrones en los supermercados, la invasión de lucecillas a punto de caramelo, los abetos, el espumillón y los Papás Noeles trepabalcones.

No soy una hater de la Navidad, que conste en acta, pero lo que me tiene el alma en vilo es la talla con la que voy a entrar en el 2017.

En el fútbol cuando un equipo le mete 5 goles a otro se dice “una manita” y eso es lo que me traje yo del verano, “una manita de kilos” de los que el índice, el corazón y el anular siguen pegados a mi cuerpo serrano. En dos palabras: ¡Estoy jamona!

Ilusa de mí creí que me desharía de ellos antes de la llegada del Christmas Time pero va a ser que no. Así que me enfrento al enorme reto de no sumarle otros 3 en las próximas semanas, o enero me sorprenderá yendo a la oficina enroscada en una sábana o metida en una bolsa de basura industrial porque no voy a caber ni en el pantalón de chándal.

Haciendo honor a una de esas ‘fotiquis’ que circulan por la red: “He empezado a engordar antes de las navidades que luego todo son prisas”. Lo vi y pensé, bien, voy bien encaminada…

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Ánimo a todos con los atracones, las cenas de empresa, el copeteo y esas cenas en las que, escuchad con atención, podemos llegar a ingerir hasta 3.500 calorías de una sentada (y quedarnos ‘tan agustito’ como Ortega Cano).

Voy a ver qué ideo para no convertirme en un objeto rodante no identificado. Si se me ocurre alguna idea brillante prometo compartirlo con vosotros en próximas entregas de “Lo que diga la rubia”.

No puedo terminar hoy sin contaros que he recibido mi primer regalo de Reyes por adelantado. Mi amiga Rocío se ha pegado un viajazo exótico de un mes y ha tenido a bien traerme de Bali una especie de mini miembro viril masculino de madera pintada, adornado con florecillas. ¡Qué mono! Es una suerte de llavero recuerdo típico de la isla que, intuyo, debe ser un canto a la fertilidad o algo parecido.

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Recuerdo típico de Bali que se puede adquirir en todos los puestos de souvenirs de la isla en un sinfín de formatos y coleres

Reconozco que mi primera reacción al recibir tan particular presente fue abrir los ojos como platos; la segunda, lanzar una sonora carcajada, y la tercera, decirle que ese regalo tan único e irrepetible merecía una mención especial en el blog.

Cuando tus amigas te traen un mini pene de un viaje tienes que plantearte qué estás haciendo mal con tu vida. Y lo cierto es que, aunque su uso natural sería acompañar mis llaves, no sé si estoy preparada para sacarlo en cualquier lugar y que la gente mire ojiplática el objeto.

He pensado que mejor recuperar su significado ancestral honrándolo como se merece: le haré un pequeño altar en casa, le pondré flores frescas, unas velas y un poquito de incienso, le rezaré unas oraciones paganas y, quién sabe lo que puede pasar. Si veo que tiene algún efecto positivo la nueva religión que estoy a punto de adoptar, ya si eso os lo cuento.

Espero que Canela no decida por su cuenta y riesgo adoptarlo como nuevo juguete o vamos a tener un conflicto la gata y yo.