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Villalbilla, la consagración judicial del desgobierno / Por Antonio Campuzano

La Audiencia Provincial de Madrid, en sentencia firme, ha condenado las prácticas fraudulentas en el ejercicio de sus funciones de gobierno a los concejales del PP y a una representante del transfuguismo, durante el mandato ominoso de 2007 a 2011. La condena hace mención de los abusos cometidos en el uso de teléfonos públicos para uso privado por valor de más de 5.000 €.

La condena, que goza de la conformidad de los acusados, es de suponer que en evitación de sanciones más contundentes, lleva aparejada el añadido de seis mes de cárcel, naturalmente evitable por la inexistencia de antecedentes. Pero no por ello deja de enfatizar lo delictivo del proceder de estos ejemplos de un pésimo manejo del buen gobierno.

Villalbilla, hasta entonces una comunidad donde la tranquilidad se percibía como manifestación de normalidad, fue el tubo de ensayo de un ejercicio de transfuguismo entre los dos grandes partidos, PP y PSOE, que permitió lamentablemente que el pueblo de Villalbilla engrosase las páginas de escándalos públicos.

El PSOE, en fase de transición gestora en la comunidad de Madrid, reaccionó pronto y bien pero no lo suficiente. Los dos elegidos, al margen de la bendición de Madrid, pactaron con el PP una actuación pública, en 2007, para laminar las posibilidades de gobierno del equipo ganador de los comicios. La fórmula ensayada pasó por el itinerario de costumbre, reparto de responsabilidades al mismo tiempo que se repartían sueldos, canonjías, designaciones digitales, decretos que amparaban arbitrariedades. Y así durante cuatro años interminables, con desembocadura en nuevas elecciones que se encargaron de devolver por la fuerza de las urnas un escenario de calma y sosiego institucionales.

Entre otros, los condenados (el alcalde Borrego, y las concejalas Nora García Cros, Isabel Sánchez y Esther Ruiz), cuya conexión con la cárcel hace imposible su participación en el juego público en cualquiera de sus manifestaciones a partir de ahora, urdieron unas maneras extraordinariamente provocadoras de desmanes de convivencia y buen proceder en el manejo de las armas que las leyes y reglamentos pusieron en sus manos y alcances.

Al margen de actuaciones específicas que harían sonrojar a cualquier habitual de los usos democráticos, produjeron con sus modos y maneras un agujero presupuestario de 13 millones de euros en solo cuatro años. Es decir, que manejaban la manivela del gasto de tal manera que cada vez la alejaban más y más de su contrapartida de ingresos, en una huida irresponsable, en la seguridad de que alguien pagaría los compromisos o bien prevaricadores o bien ineptos que fabricaban con comportamiento pertinaz.

El alcalde Borrego llegó a convertir el salón de sesiones en un corralito de peleas anti municipales donde el orden era impartido con la ayuda de sus maneras de analfabeto acreditado y el forzado concurso de la policía municipal. En su febril entendimiento de lo público participó con su sempiterno celular en concursos telefónicos en la insana disputa de un Porsche.

El daño irreparable que generaron estos ahora declarados delincuentes gozó de las bendiciones del a la sazón secretario general del PP de Madrid, Francisco Granados, poco más tarde habitual de la cárcel de Estremera durante la provisional estancia de 32 meses. Sigue Granados en la calle y en las tertulias, pero con los avisos de presentación de acudir cada 1 y 15 de cada mes al lugar que todos imaginan. Muchas fueron las ayudas que se prestaron a este despropósito que duró cuatro años, las de Génova las más fructíferas.

Tampoco cabe descartar las emanadas de la representación confesional de Villalbilla. La santa paciencia de Job, residente en el pueblo, ha quedado difuminada por la Audiencia Provincial. Martín Caparrós vuelve a la escena con su enorme obra ,La Historia: “Un delito es, más que una ofensa a la víctima, una amenaza para el conjunto, porque rompe el equilibrio precario en que todo sobrevive”.