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Una buena oportunidad para nuestro maltrecho Palacio Arzobispal / Por Gustavo Chamorro

Una buena oportunidad para nuestro maltrecho Palacio Arzobispal / Por Gustavo Chamorro

Luis Madrona, cronista de la actualidad complutense durante buena parte del siglo XX, glosa la figura del periodista Ceferino Rodríguez Avecilla en un artículo dedicado al periódico alcalaíno Castilla (1917-1919), del que Avecilla fue fundador y director. Cuenta Madrona que, exiliado en México tras la Guerra Civil, Rodríguez Avecilla escribía con distinto nombre en periódicos de derechas y de izquierdas, y que sostenía encendidas polémicas consigo mismo bajo la apariencia de autores diferentes.

Viene a cuento la remembranza de Rodríguez Avecilla porque el presente texto no pretende sostener una polémica fingida –ni tampoco real– con el artículo que hace unos días publicaba en la Luna de Alcalá mi amigo y compañero en la Asociación para la Recuperación del Palacio Arzobispal (ARPA) Vicente Pérez Palomar, y en el que expresaba su opinión particular sobre las excavaciones que se están realizando en el antiguo patio de Fonseca del Palacio Arzobispal. Estas líneas lo que quieren es presentar y argumentar una visión alternativa, consensuada entre los miembros de la Junta Directiva de ARPA, para que los lectores formen sus propios criterios.

Como indica el título, tengo la convicción de que las circunstancias actuales constituyen una ocasión nunca surgida hasta ahora para que se inicie el proceso de recuperación del antiguo Palacio de los Arzobispos de Toledo en Alcalá de Henares. En agosto se cumplieron 79 años del incendio que asoló el Palacio Arzobispal; desde entonces y hasta hoy los históricos patios de Fonseca y de la Fuente sólo han sufrido incuria y abandono, tanto de sus propietarios como de las diversas autoridades públicas responsables del patrimonio histórico a lo largo de ocho decenios. Otras partes del palacio, como el patio de armas –sus crujías norte y este– o el conjunto de torres y cercas han corrido mejor suerte, pero los restos de lo que fue el núcleo monumental del edificio no han recibido apenas atención.

El 16 de octubre pasado –martes por más señas– la empresa Área Arqueología inicio la excavación del cuadrante sur oriental del patio de Fonseca, con una extensión aproximada de 450 metros cuadrados, por encargo de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid. Dicha empresa había sido seleccionada a través de concurso público, de acuerdo a un pliego de condiciones técnicas redactado por la Dirección General en el que se establecía el alcance y metodología de los trabajos a desarrollar, y que por tanto Área Arqueología debía seguir. Entre las prescripciones metodológicas el concurso fijaba que se retirarían por medios mecánicos los escombros y sedimentos que cubren los restos del patio hasta aproximarse a estos, momento en que se habría de continuar manualmente.

Quién esto escribe es completamente profano en saberes arqueológicos, pero ha recibido de los arqueólogos de Área Arqueología una explicación muy convincente sobre la idoneidad del empleo de medios mecánicos en la excavación del patio de Fonseca. Se fundamenta en la naturaleza del material a retirar, que se conoce a través de catas realizadas en 1992 y en 2015, y por estar documentados los procesos de demolición, traslado y acopio de las ruinas y escombros del palacio en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX. El incendio de 1939 consumió las estructuras de madera que formaban los forjados y cubiertas del Palacio, lo que hizo que se derrumbaran –al perder sus atados– muros, columnas y arcos. Consta que los arquitectos de la Dirección General de Regiones Devastadas movieron y clasificaron siquiera parcialmente los restos del palacio en 1941 y 1943, pero que no pudieron avanzar en su idea recuperadora por insuficiencia de presupuesto, por haber sido saqueadas muchas piezas por falta de custodia y, finalmente, porque el Estado devolvió la propiedad al obispado de Madrid-Alcalá. El Obispado decidió construir el Seminario Menor diocesano en torno al patio de armas y demolió las demás edificaciones ruinosas, incluso utilizando explosivos como ha investigado el mismo Vicente Pérez Palomar. Los escombros fueron acumulados –hasta una altura de 4 m– en el jardín del Vicario; y los patios de Fonseca y de la Fuente fueron explanados para habilitarlos como campo de juego. Al sur del patio de Fonseca se construyó un frontón, solado de hormigón. Todas estas operaciones han determinado que en el patio de Fonseca los materiales que rellenan el espacio entre los suelos históricos y el suelo actual estén descontextualizados, sin un registro arqueológico que remita a la estructura original del edificio, tal y como han corroborado las catas arqueológicas ya realizadas por excavación manual.

En estas circunstancias es procedente el empleo de medios mecánicos para realizar la excavación, como prescribían las condiciones fijadas por la Dirección General de Patrimonio Cultural. Lógicamente los medios mecánicos han de ser manejados con todo cuidado y bajo continua supervisión arqueológica. Así lo he visto hacer yo estos días en el patio de Fonseca por un maquinista experto, que controlaba con exactitud el funcionamiento de un cazo específico –sin dientes y con costillas internas–, siguiendo las indicaciones de los arqueólogos que permanentemente monitorizaban su trabajo.

La retirada mecánica ya ha finalizado. Fruto de ella ha sido la localización de más de 150 piezas de piedra labrada y de dos centenares de fragmentos de mampostería sin labra reconocible, así como elementos de yeso, cerámica y metal. Los arqueólogos están ahora trabajando manualmente, con paletina y cepillo, para descubrir los pavimentos originales y el arranque de los muros, y para excavar una estancia cuya configuración sugiere la posible bajada a un sótano.

El viernes, día 26, acudieron a las excavaciones del patio de Fonseca el presidente y la vicepresidenta de la Sección de Arqueología del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid, quienes se pronunciaron muy favorablemente sobre el desarrollo y ejecución de los trabajos.

La iniciativa de las excavaciones en curso surgió, hace ya diez meses, en una reunión mantenida por la Junta Directiva de ARPA con el Subdirector General de Protección y Conservación, Miguel Ángel García Valero, en la que ARPA solicitó su parecer sobre la colocación en superficie de hitos que evocaran el trazado del patio de Fonseca. El Subdirector nos indicó que creía preferible el descubrimiento del verdadero trazado del patio a través de unas excavaciones y que, tal vez, pudiera realizarlas la propia Dirección General de Patrimonio. También apuntó la posibilidad de que, en su caso, se organizara una jornada de puertas abiertas para que los alcalaínos pudieran contemplarlas. Espero que esta iniciativa se lleve a efecto, y que los amables lectores de estos párrafos puedan transformarse en visitantes y comprobar de manera directa la naturaleza de la intervención realizada.

Tengo plena confianza en que la calidad de los hallazgos motivará a la Dirección General de Patrimonio –y a otras Administraciones– para continuar los trabajos en el patio de Fonseca, preservando adecuadamente lo encontrado y estableciendo una programación sostenida en el tiempo que permita avanzar, sin premuras pero con continuidad, en la recuperación del Palacio Arzobispal, recuperación en la que estamos comprometidos un grupo de alcalaínos sabedores de su importancia monumental e histórica.

Gustavo Chamorro Merino, presidente de la Asociación
para la Recuperación del Palacio Arzobispal