la Luna del Henares: 24 horas de información

Presentes pero desenfocadas / Por Lourdes Castellanos

Hay un tipo de violencia que se engendra desde la cotidianeidad, y que naturaliza otras prácticas que es la que se ejerce a través de los lenguajes y a través de lo que se indica como información. Los medios de comunicación tienen una responsabilidad de mediación entre los sucesos y la ciudadanía, y al parecer este vínculo filtra ciertos aspectos de la realidad, reproduciendo el conservadurismo y asentando como realidad incontrarrestable la desigualdad y el detrimento de las mujeres en relación a los hombres.

Los medios de comunicación lo que hacen es simplificar la realidad. Al hacerlo están tomando opciones que amplifican ciertas cosas, y esconden otras. Una de las cosas que se invisibiliza son los patrones de conducta entre hombres y mujeres.

El tratamiento de los feminicidios en la televisión, es informado meramente como un hecho, se transforman en una historia, en una narración que contiene criterios de obra dramática, tal como cuando a un feminicidio se le llama “crimen pasional”.

A la hora de hablar sobre la violencia contra la mujer en los medios de comunicación nos encontramos con un tratamiento diferente en relación con los objetivos de los medios, pues no se trata de crear opinión, sino de mantener una opinión ya formada en la sociedad y enraizada en sus normas y valores y, por tanto, acompañada y revestida de tradición y costumbre, en definitiva, de normalidad

La mayoría de los hombres y mujeres de la Unión Europea conocen la violencia contra la mujer a través de los medios de comunicación, lo cual significa que la imagen que se dé del problema en los medios no sólo servirá para acercar esos hechos de la realidad al resto de la sociedad, sino que además será el instrumento fundamental para descubrir una situación que ha estado oculta y que ha sido ocultada.

Si esas noticias no se acompañan de una información que sitúe y explique cómo el problema general de las agresiones que se llevan a cabo sobre las mujeres se ha materializado en ese caso concreto, el efecto positivo que se puede conseguir para ir desenmascarando la realidad escondida de este tipo de violencia, no sólo se habrá perdido sino que además estará actuando en su contra.

Todo lo anterior debe situarnos ante un ejercicio de responsabilidad, pues de lo que realmente se trata es de conocer los efectos que la violencia ejerce sobre los medios de comunicación y cómo ese tratamiento a su vez actúa sobre la opinión pública en general y cómo puede hacerlo sobre determinados individuos en particular.

La violencia de género evidencia las desigualdades de poder que persisten en todo el mundo entre hombres y mujeres. El origen de la violencia de género es ideológico. La violencia de género se ejerce por hombres que se consideran en situación de superioridad y con derecho de propiedad sobre las mujeres. A partir de esa concepción, no entienden las relaciones entre unos y otras como relaciones de seres humanos.

Lástima que no podamos enfrentarnos cara a cara con el horror de ver, en una sola imagen, todas las tumbas de las mujeres que deberían estar vivas y han sido cruel e injustamente asesinadas. Lástima que no podamos mirar a los ojos a todas las niñas que han sufrido abuso sexual. Lástima que no podamos sentir el miedo de todas las mujeres que han sido violadas…

El momento de cambio generalizado de los medios de comunicación respecto a la violencia de género se dio en 1997 con un hecho concreto: la muerte de Ana Orantes.

La violencia de género en los medios de comunicación, desde entonces, está presente, pero está desenfocada.

Por otro lado, la violencia de género continúa siendo tratada como “un problema de mujeres”, no como un problema de Estado.

Se focaliza a las víctimas y no a los agresores; hay ausencia de análisis y contextualización; se mantienen las fuentes sin formación o conocimientos específicos sobre el tema -policía, por ejemplo-, o se da credibilidad a fuentes desinformadas -vecinos-.

Los mensajes e imágenes que transmiten los medios demuestran, en demasiadas ocasiones, una enorme falta de respeto por la dignidad e integridad de las mujeres. En este apartado son especialmente significativos los espacios de opinión. Destacados y destacadas intelectuales, personas significativas en las más diversas disciplinas, no tienen ninguna vergüenza en trasladar a los periódicos y tertulias su visión sexista del mundo y su desprecio por las mujeres.

Los medios también son el soporte para la publicidad. En este apartado, se ha mejorado aún menos que en lo que a la información se refiere porque la publicidad sexista sigue aumentando significativamente. La utilización de la mujer como reclamo sexual no sólo no remite sino que se incrementa. Las campañas publicitarias son las que lanzan los mensajes más agresivos, incluso rozando o traspasando los límites de la legalidad.

Es importante presentar cada agresión, cada asesinato, no como caso aislado sino como parte de la violencia generalizada contra las mujeres.

Es importante presentar los malos tratos como crímenes o asesinatos, y no como un hecho “pasional”.

Es importante promover el rechazo social a la violencia contra las mujeres, el silencio nos hace cómplices.

 

Bibliografía:

Medios de comunicación y violencia hacia las mujeres, Sevilla 2003 Junta Andalucía.

http://www.uchile.cl/noticias/117560/como-los-medios-de-comunicacion-naturalizan-la-violencia-de-genero

 

Lourdes Castellanos es Trabajadora Social