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‘Por todas’ / Por Lourdes Castellanos Alcázar

Mujeres en diferentes lugares del mundo, somos silenciadas, invisibilizadas, criminalizadas, abusadas, explotadas y/o violentadas.

En el mundo se proclamó la declaración universal de derechos humanos el 10 de diciembre de 1945 en París, cuyo artículo 2 deja reflejado en papel que “toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esa declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole”. Pero en el mundo no está de moda, como si de tendencias fuera la cosa, la humanidad. Apalear a refugiados y refugiadas en las fronteras; gasear a niños y niñas que huyen de las guerras; violar a mujeres yendo solas por la calle, sobrias o como le dé la gana; acosar a menores por no querer acostarse con el chico de turno; escuchar a puteros decir que son acosados en la calle por prostitutas; o asesinar a mujeres, sólo por el hecho de ser mujeres, parece tener poca relevancia en este mundo cegado por el alarmismo social de un virus rey que acaba de llegar y que pronto tendrá de una cura para dejar de morir por estupidez en el intento.

Pero, ¿y cuál es la cura para acabar con el machismo, que ha asesinado en España a más de 1000 mujeres desde 2003?; y que viola a una mujer cada cinco horas, según datos del Ministerio de interior del primer semestre de 2019; cual es la cura para que un 32% de los hombres dejen de creer que forzar a su pareja para tener sexo no es violación (datos recogidos de encuesta de percepción social de la violencia sexual elaborada por la Delegación para la violencia de género).

La desigualdad de género en el trabajo sería otro gran virus a extinguir en nuestro país. Y como si de un tratamiento sin cura se tratara, nos encontramos con un diagnóstico imposible de aplacar y de eliminar:

  • -Las mujeres somos las que más trabajamos a tiempo parcial.
  • -Sufrimos más acoso en el trabajo.
  • -La gran brecha de actividad se agudiza más con la etapa de la maternidad.
  • -Somos líderes del desempleo.
  • -Ocupamos puestos relacionados con los roles de género.
  • -Ganamos de media un 24% menos de sueldo.
  • -Somos más pobres y más vulnerables.

Desigualdades culturales, educativas, laborales, económicas, sanitarias en todos los lugares del mundo. Pero si de estigmatización, discriminación, falta de respeto social e institucional se trata, la mujer prostituida es el punto de la diana del patriarcado para ejercer prácticas agresivas y violentas hacia las mujeres. Recogiendo las palabras de Rosa Cobo en su libro “La prostitución en el corazón del capitalismo”, la prostitución se alimenta de mujeres con pocos recursos materiales y culturales que son expulsadas de sus hogares, de sus propios entornos sociales y también de sus propias expectativas de vida. La violencia de su expulsión se completa con otra violencia, aquella que vulnera el derecho de las mujeres a la soberanía de sus cuerpos. Hay que nombrar la prostitución como una violencia hacia las mujeres.

La trata de mujeres para la explotación sexual, otra gran violencia hacia las mujeres y hacia las niñas, atenta contra diversos derechos fundamentales como el derecho a la vida, la libertad, la integridad física y moral, la libertad sexual, la salud, la intimidad y la dignidad humana.

Es una realidad, que ha permanecido oculta e invisible, sin embargo presenta unas características muy concretas:

  • -Constituye una violación de los derechos humanos.
  • -La mayoría de las víctimas son mujeres, porque la trata está directamente relacionada con la posición de las mujeres en la sociedad y la feminización de la pobreza.

¡Sí!, creemos alarma social en el mundo, PORQUE NOS ESTÁN MATANDO POR SER MUJERES. Sí!, creemos alarma social en el mundo, PORQUE NOS ESTÁN VIOLANDO CADA CINCO HORAS POR SER MUJERES.

¡Sí!, creemos alarma social en el mundo, PORQUE SE TRAFICA CON MUJERES Y NIÑAS CON FINES DE EXPLOTACIÓN SEXUAL.

Por ellas, por las que se fueron, por las que están, por las que han llegado, por las que están por venir, POR TODAS, y tomando la frase de Nuria Varela en su libro “Cansadas” YA QUE HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ, NO VAMOS A PARAR HASTA CONSEGUIR UNA VIDA DIGNA”.

Lourdes Castellanos Alcázar es trabajadora social.