A quiénes esta semana rellenen su primera matrícula de acceso a la universidad, nunca olvidéis esa ilusión porque vendrán días de duro esfuerzo. Pero también de experiencias de las que te acompañan toda la vida. Para algunos venir a estudiar a Alcalá supondrá vivir por primera vez fuera de casa…
Observando el patio de la antigua hospedería de estudiantes imagino esa mezcla de vértigo e ilusión de quiénes lo recorrían por primera vez. Seguramente acabarían subiendo a la primera planta. Se apoyarían en la balaustrada de madera y observaría el ir y venir. Comprobaría que abajo le aguardaba el pozo del que sacar agua para beber, refrescarse, lavarse…y al lado el lavadero. Pero claro, era el siglo XVII, tal vez el XVIII y lo que veía simplemente era lo normal. No reparaba en el empedrado del patio, ni en el sobrio y estilo castellano de su arquitectura, ni en los robustos pilares de piedra.
Hoy lo vemos con otros ojos, con los que descubren en un sencillo patio una de las joyas que conforman la manzana cisneriana de la universidad, el antecedente más claro de los campus universitarios que en breve recorreréis.
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