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«Nos enamoramos desde el cerebro, sin duda, pero interviene casi todo el cuerpo»

Por Óscar Sáez

El Jefe de Servicio de Neurología del hospital de Alcalá de Henares, Esteban García-Albea, ha publicado el libro Su Majestad, el Cerebro, formado por una serie de artículos que abarcan aspectos divulgativos que van desde la historia de la neurología, las enfermeddes neurológicas más curiosas hasta cómo se relaciona el hambre con el cerebro o la epilepsia extática de Santa Teresa. Sobre los secretos del cerebro le preguntamos en esta entrevista.

– Dígame, ¿sabemos qué es el cerebro?

– Sabemos mucho del cerebro, pero es más lo que ignoramos. Vivimos en una docta ignorancia, que no crasa.

– ¿Qué porcentaje sabemos de nuestro cerebro?, ¿Somos un Commodore 64 con un potencial sin descubrir de la NASA?

– El porcentaje no es fácil determinar. Los avances vienen por oleadas que determinan un conocimiento, un descubrimiento, el cual dinamiza la revelación de los enigmas de esta víscera en parte misteriosa. Debo decir que la historia del cerebro está repleta de teorías que parecían definitivas y que sucumbieron después como la frenología o el psicoanálisis. Siempre hay que estar abierto a nuevas aportaciones pero con moderado, sólo moderado, optimismo.

– ¿Hay diferencias entre el cerebro de las mujeres y de los hombres?

– Sí, hay diferencias, que representan el substrato de la diferenciación sexual. Las diferencias desde el punto de vista anatómico son menores.

– Su Majestad, el cerebro, ¿el rey no debería ser el corazón?

– La frase es de Shakespeare. Desde los comienzos de la medicina técnica, Alcmeón de Crotona, Hipócrates, etc., el cerebro es el centro del conocimiento y las emociones. Y su lesión determina las enfermedades mentales, entre otras muchas. Posteriormente Aristóteles, el gran naturalista y filosofo, atribuyó erróneamente la emocionalidad al corazón, invirtió la causa por el efecto, como antes se atribuía al diafragma (frenético, frenología, etc).

– ¿Nos enamoramos desde el cerebro o hay razones que la razón no entiende?

– Desde el cerebro, sin duda, pero interviene casi todo el cuerpo.

– ¿Por qué el cerebro permite que a veces perdamos la cabeza?

– Perder la cabeza es una frase que se refiere al descontrol de las funciones cerebrales.

– ¿Cuál es la teoría más descerebrada sobre el cerebro?

– Las teorías más descerebradas se han repetido a lo largo de la Historia. La más «descerebrada» es la que atribuye gran parte de las funciones cerebrales y de las enfermedades a causas sobrenaturales.

– ¿La Inteligencia Artificial superará a la inteligencia humana?

– Deberíamos ponernos de acuerdo antes en saber a qué llamamos Inteligencia. Hay muchas funciones que ya han sido superadas por la «Inteligencia Artificial»: el cálculo, por ejemplo. No es posible superar a una calculadora sencilla. El desafío de Gari Kasparov a una «máquina» artificial de ajedrez terminó en un fracaso. Tenemos que aclarar las funciones cerebrales. Muchas no están al alcance de la Inteligencia Artificial.

– ¿Qué relación tenía el hambre de la Guerra Civil con el cerebro?

– El cerebro es extraordinariamente sensible a los déficits nutricionales. Casi todas las vitaminas, que se obtienen de la alimentación, intervienen en la función y transmisión nerviosa. Durante la guerra civil, la pelagra fue muy frecuente. Las psicosis pelagrosas llenaron los hospitales psiquiátricos.

– ¿El éxtasis de Santa Teresa fue cerebral?

– Sin duda. Está aceptado por la comunidad neurológica internacional. En mi libro hago una descripción detallada de los éxtasis primorosamente descritos por la carmelita.

– Las excusas más de las comedias que de la vida real, sobre la jaqueca cuando no se quiere tener sexo, ¿tiene alguna explicación racional?

– Durante el episodio jaquecoso existe fobia a la luz, el ruido (sonofobia), el olor (odorofobia)… y el tacto. En esos momentos cualquier roce es desagradable. Otra cosa es que finja la cefalea para evitar el contacto.

– ¿Se puede vivir sin cerebro? Lo digo por el milagro que supondría la existencia de algunos políticos de primeras potencias.

– Es una situación, ¡ay!, imposible.