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La política y el detector de fatiga / Por Antonio Campuzano

La política y el detector de fatiga  /  Por Antonio Campuzano

Las ofertas de coches de más reciente impacto incorporan lo que se llama un detector de fatiga, una combinación de mecanismos en el volante, en la banda de rodadura de los neumáticos, en la frecuencia de pestañeo del conductor, hasta el resultado final tras la acumulación de datos. Si es positivo, el piloto deberá descansar de sus tareas de conducción y hacer un paréntesis en su actividad.

Pues bien, el eco sistema político tiene todo el aspecto de reunir todas las características del detector de fatiga institucional y de ambientación pública de la actividad política. En breve jurarán los ministros del Gobierno de coalición y se dará por terminada la fase de interinidad que desde la moción de censura se apoderó de la escena. La intranquilidad que desprendía la distancia de afectos entre la izquierda se ha dado por extinguida en formato exprés el día que va del 10 al 11 de noviembre.

Los abrazos y los restregones de americanas, coletas y palmadas, hasta el momento  parecen presididos por la sinceridad de ánimo y la franqueza de corazón. Las miradas entre Sánchez e Iglesias están traspasadas por el cariño de quienes son sabedores de haber escalado mucho en las tareas de recuperación de la ternura, esclarecidos en la bondad de una obra de reconciliación.

Y de estas simbiosis practicadas en la izquierda quizá, con la ayuda de la providencia laica, se produce el contagio en la geografía catalana, tan necesitada de comprensión y fraternidad territorial y solidaria. Rufián ha sido, junto con el propio Junqueras y Aitor Esteban, quien mejor ha comprendido la «hora de España» y ha tragado altas dosis de veneno 155 y otros brebajes tóxicos. Ojalá esta ingesta de unos y otros permita una regeneración del hígado convivencial, pese a la impedimenta judicial ordinaria del Tribunal Supremo, marcada por la división de poderes, y la extraordinaria de la Junta Electoral, que ha puesto la toga y las puñetas de sus mangas negras para hacer justicia con un superior tufo a exceso. La inhabilitación del presidente de Catalunya en manos de un organismo parecido a un tribunal, parecido a un consejo, parecido a un patronato, parecido a un seminario, parecido a muchas cosas.

La arquitectura de las instituciones españolas aún está necesitada de un barniz europeísta de marcada tendencia. La armada vencible de la judicatura tentacular del PP, con su maestro Federico Trillo al frente del consejo y el apunte, se incrusta en cualquier sitio para poner trabas y zancadillas, hasta que una junta electoral le roba galeradas de información al Tribunal Europeo de Luxemburgo. Entre el protagonismo de la coalición y los apoyos a la misma, sobre los que descuella Teruel y su representante tan ambicionado en este momento histórico que hace apreciar su existencia, destaca la orfandad del triunvirato de la derecha, otra vez rebautizado como «de Colón» y con todo merecimiento. El líder de la oposición, Pablo Casado, ha vuelto a caer en la cuenta que la mejor manera de ejercer la dimensión de diputado es la forma del diputado enfrentado. Discutir las labores de gobierno a la manera que despotricaba Unamuno, «a cristazo limpio», sin ataduras, en espera gozosa en que la realidad se junte azarosamente con los deseos.

Como decía Indro Montanelli, referencia del periodismo del siglo XX, con sus escarceos y simpatías varias, de Amintore Fanfani, presidente italiano democristiano en numerosas ocasiones. Montanelli decía que «ni levantándose crece». Tiene tiempo para crecer si la legislatura presente dura, pero los iguales de Génova creen que la cercanía de Cayetana Álvarez de Toledo no ayuda al hallazgo de la calma y el sosiego. Los hombres y mujeres de Vox disimulan mal y lo que realidad quieren es que España se rompa para llegar ellos con el bisturí y la cirugía. Pero no con el bisturí eléctrico, con el manual, el de la medicina de la tauromaquia, con la femoral devastada y la taleguilla con arena. En ese ambiente, Inés Arrimadas, diezmada por las lesiones producidas en el infausto partido del 10 de noviembre, se lame las heridas haciendo lo mismo que Vox, cuando debería hacer exactamente lo contrario.

Para hacer lo que hace Vox ya está Vox, o su copia mejor editada, la que representa Casado y la giacomettizada Cayetana.