la Luna del Henares: 24 horas de información

José Fernández-Cormenzana: un soñador sin ventura / por Vicente Alberto Serrano

Desde la Biblioteca de Babel

A media tarde del sábado 3 de noviembre de 1990 –hace ahora 27 años–, el guionista y director José Fernández-Cormenzana presentaba en el salón de actos del Ancien Collège de Montauban, el quinto y último capítulo de su documental Manuel Azaña, un soñador sin ventura. Una ambiciosa serie de cinco horas de duración que realizó Televisión Española, con motivo del cincuentenario de la muerte en el exilio, del Presidente de la Segunda República Española. Sin embargo sus capítulos serían programados después, casi en la clandestinidad, en las madrugadas de los miércoles a jueves más allá de las doce de la noche por la segunda cadena. A excepción de éste último que debería haberse emitido el 3 de noviembre, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Azaña, pero sospechosamente fue contraprogramado a última hora con la película Tarzán, el hombre mono. En Cataluña, como denunciaba Manuel Vázquez Montalbán, se emitían aún más soterradamente: «…a las cinco en punto de la madrugada, por si algún azañista tiene insomnio y quiere verlo o cualquier enfermo en duermevela…»

Primicia en el Coloquio Internacional

Por tanto el estreno del capítulo quinto en el Ancien Collège fue una primicia. Formaba parte de las intervenciones y actos del Colloque International, Manuel Azaña et son temps, organizado por la Villa de Montauban en colaboración con la Universidad de Toulouse, entre otras entidades y coordinado por Jean-Pierre Amalric, Paul Aubert y Gerad Chastagnaret, que lograron reunir en torno a la figura y la obra de Azaña: desde Jorge Semprún y Lionel Jospin, entonces Ministros de Cultura de España y Francia, hasta más de una veintena de especialistas en la figura del personaje y el tiempo de la República: Juan Marichal, Tuñón de Lara, Michael Alpert, Antonio Elorza, Manuel Aragón, Luigi Paselli, Enrique Moral, Santos Juliá, Julio Aróstegui, Joseph Perez… Aquel capítulo final de la serie presentaba además un interés añadido, se desarrollaba casi en su totalidad en territorio francés. Cormenzana durante meses había investigado a fondo todo el recorrido del exilio: desde el inicio en Agullana y La Vajol hasta el paso a Francia: Le Boulou, Perpiñán, Collonges-sous-Salève, París, Arcachón y finalmente Montauban.

Una versión franquista y católica

Sin embargo, terminada la proyección del documental, entre los presentes se produjo una indignación casi generalizada a causa de los minutos finales donde se escenificaban los testimonios de Monseñor Théas, por entonces obispo de Tarbes, que había reiterado por escrito en distintas ocasiones que en aquellos últimos momentos de Manuel Azaña, llegó a confesarlo en la habitación del Hotel du Midi y a administrarles los sacramentos. Juan Marichal denunció a los medios que ante una serie «…tan cuidadosamente preparada por Cormenzana se hubiese escogido para su trágico final la versión oficial franquista y que podemos caracterizar también de versión oficial católica». Por su parte el historiador Enrique Moral que aquella tarde también había visionado el capítulo, declaró unos días más tarde en Diario 16 que: «…estas secuencias contribuyen a desequilibrar los pocos datos que se tienen sobre aquellos últimos momentos». Ante las airadas declaraciones de Juan Marichal, el director de la serie –de reconocida ideología izquierdista– aclaró en un escrito de defensa, que Marichal había sido asesor general de toda la serie y que por sus manos fueron pasando los guiones de los cinco capítulos, felicitándole por el conjunto y señalándole además que se había emocionado hondamente con la lectura del quinto. Cormenzana, algunas líneas más abajo, reconoce sin embargo como un grave error: «…al hacer que la intervención del obispo dure casi el doble de lo que duran los testimonios contradictorios». Pues como apunta Enrique Moral en el artículo citado: «…durante minuto y medio, voces en off interrogan a Azaña si admite ser confesado, si quiere que le den la Extremaución y besar el crucifijo, a lo que éste responde afirmativamente. Después, como un flash, la viuda de Azaña, también preguntada por una voz en off, responde que su marido no se confesó».

Cormenzana y Azaña

Cormenzana (en primer término) ante la tumba de Azaña durante el rodaje del documental y cartel del Coloquio Internacional “Manuel Azaña y su tiempo”. Montauban, 1990. (Archivo V.A.S.)

Un soñador sin ventura

Tal vez el subtítulo, como denominaba Julián Zugazagoitia a Manuel Azaña, podría ser extensivo a la figura de José F. Cormenzana, que tras el éxito de series como España, historia inmediata y Radio Pirinaica, aventura de una radio clandestina, se embarcó en una ambiciosa, pero finalmente fallida serie sobre don Manuel Azaña, personaje que –según él mismo declaraba– comenzó a admirar desde una primeriza lectura del libro de Cipriano Rivas Cherif, Retrato de un desconocido (Ed. Oasis). Después, durante meses investigó, con la profundidad que le caracterizaba, en archivos y en los lugares de referencia del personaje. Más tarde consiguió que se le aprobase el proyecto de llevar a imágenes televisivas toda aquella documentación acumulada. El resultado fueron casi 300 minutos de proyección que sin embargo no alcanzaron los propósitos deseados. Más bien ciertas dificultades, como el encontronazo con el hijo de Negrín, que mediante abogados y notarios le prohibió terminantemente que en el documental se citase directa o indirectamente tanto su nombre como el de su esposa, la actriz Rosita Díaz. Por supuesto el disgusto del asesor general de la serie. Hoy los capítulos de Manuel Azaña, un soñador sin ventura están relegados al olvido, alegando problemas de derechos de imagen relativos a la banda sonora.

Libros Cormenzana

Cubiertas de dos obras de José Fernández-Cormenzana. (Biblioteca V.A.S.).

José Fernández-Cormenzana

El 5 de febrero de 2011 fallecía en Madrid, José Fernández-Cormenzana (Palencia, 1928), escritor, productor y director de documentales en Televisión Española. Días más tarde sus hijas Sara y Berta donaron al Vicerrectorado de Extensión Universitaria el legado bibliográfico de aquel ‘soñador sin ventura’, depositado hoy en la Biblioteca de la Universidad de Alcalá. Quince años antes, el propio Cormenzana, en agradecimiento por la publicación del Cuaderno de La Prasle legó al Archivo Municipal del Ayuntamiento de Alcalá, medio centenar de documentos, una buena parte del importantísimo material que utilizó para la filmación de su serie sobre Azaña. En 1977 la editorial Plaza&Janés publicaba su primera novela: Dame el fusil pequeño, un relato que se inicia con el incendio, por las izquierdas, del edificio del periódico La Verdad de Murcia y acaba con la toma de la ciudad por los nacionales, tres años después. La Guerra Civil narrada por un niño que asiste atónito a los acontecimientos. Una entrañable visión de momentos tan difíciles, contados con la inocencia de un tono muy parecido a Las bicicletas son para el verano. Tras la exhaustiva experiencia del documental televisivo, Cormenzana disponía con material suficiente para recomponer unas Memorias semiapócrifas de Manuel Azaña. Cuaderno de La Prasle se lo publicaría la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Alcalá en 1994. Con la generosidad que le caracterizaba encargó dejarme algunos de sus libros, que terminaron en la Universidad de Alcalá porque curiosamente teníamos bibliotecas gemelas. Pero en aquellas cajas también venían una serie de carpetas con fotos, recortes de periódicos y algunos inéditos como Amigos y conocidos, pero sobre todo La Cataluña de Manuel Azaña que hoy podría ser curioso publicar. Cuando regreso a sus carpetas y me enredo entre los recortes de prensa, el recuerdo de aquel personaje tan peculiar se me hace presente, sobre todo por los momentos que llegué a compartir con él, en el rodaje de un documental, tal vez fallido, pero cargado de sinceridad.