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Humanizar al político / Por Rosa María García

Rosa María García (*)

¿Qué fue antes: la gallina o el huevo? ¿El equipo de asesores incluyendo en la agenda la participación del candidato en el programa líder que copa las mañanas televisivas; o, por el contrario, el equipo de producción de la estrella del show televisivo que busca  subir el share a cotas estratosféricas llevando a su programa a la número dos de la política nacional? ¿Quién levanta antes el teléfono: la asesora personal de la Vicepresidenta del Gobierno o es el mismo Pablo Motos quien pone en marcha el engranaje? ¿Y qué parte gana más, quién obtiene más rédito? Para todos estos pensamientos dio de sí el bailecito de Soraya Sáenz de Santamaría en El Hormiguero, quien por muy bailonga que sea, bien se vio que lo llevaba preparado a la perfección; no era plan de meter la pata en una actuación como esa. Y no la metió.

Si hay una cosa que no se le puede reprochar a la Vicepresidenta del Gobierno es que no hiciera bien aquello para lo que fue a ese programa de entretenimiento. La pregunta es si hay necesidad de que Soraya Sáenz de Santamaría estuviera allí para terminar marcándose un bailecito. La respuesta a mi entender es que no. Como tampoco lo es que Pedro Sánchez se suba a lo alto de un aerogenerador con Jesús Calleja o que Pablo Iglesias aparezca recién salido de la ducha y con la melena suelta mientras Ana Rosa Quintana se hace la sorprendida. Y podríamos seguir.

Ya sé la respuesta de los defensores de estas actuaciones (he estado casi una década al otro lado del muro y por eso digo lo que digo): hay que humanizar la figura de los políticos. Exacto, totalmente de acuerdo, porque no se puede estar más en las Antípodas en estos momentos. El problema es qué se entiende por “humanizar al político”. Porque el ciudadano lo que creo que espera es un poco (ya no digo grandes dosis) de empatía con los sacrificios que se les exige y con los que  tiene que lidiar siete de los siete días que tiene la semana. Y que si  tienen que volverse humanos de aquí en adelante y hasta el 20-D, lo hagan en lo público, defendiendo su sanidad, su enseñanza, la ley de dependencia y poniendo fin a esta procesión de mangantes sin vergüenza que se pasean por nuestras calles. Porque ver bailar con buen ritmo a Sáenz de Santamaría junto a Motos no sé muy bien cómo soluciona el papelón vital que tienen muchos españoles en estos momentos. Qué os creéis, ¿que estamos para gilipolleces? pensarían más de uno.

En fin, este consejo se lo voy a dar a Mariano Rajoy, que ya está dando muestras de querer ser también muy humano y muy cercano al pueblo de aquí a las Elecciones Generales. Señor Presidente, lo de Ana Rosa nos supo a poco. Ahora le toca convertir un comportamiento en hábito. Así que, emule a Samanta, grabe su programa “21 días con la PAH” y luego nos cuenta.

Rosa María García periodista y ex asesora política