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¡Hasta nunquiiiiiiii! / Por Anabel Poveda

Aprovecho que quedan tres días para cambiar de año para desearos que el 2018 sea un poquito mejor que el 17 y, sobre todo, para daros las gracias por haberme leído a pesar de haber abusado de un tono mucho más rancio y menos divertido de lo que os había prometido. ¡Tenéis mucho mérito!

Espero que el 2018 me dé muchos más motivos para reírme de mí misma porque lo que es éste que termina, se ha lucido. De momento, ha decidido ponerle la guinda dándome por saco, en el más estricto sentido de la palabra, y es que resulta que de tanto decirme que mi belleza está en interior, varios médicos del Clínico han decidido comprobarlo en persona, y mañana van a hacer una expedición espeleológica por mi cuerpo con linternas y todo.

Menos mal que me han dicho que me van a meter tal chute que me voy a marcar un viaje del carajo, sin moverme de la camilla. Eso es lo que se llama celebrar la Navidad sin privarse de nada. Bien de diazepam, midazolam y opiáceos que les dejo que me hagan lo que quieran, siempre y cuando no me entere de nada…

Reconozco que cuando me dijeron la fecha de la pruebecita no me lo tomé muy bien, pero ya puestos, prefiero llegar al 2018 convencida de que estoy sana como una manzana.

caldo

Además, ¡qué leche!, si todas las influencer del mundo recomiendan usar los días entre fiestas para hacer dieta detox, yo me lo he tomado a rajatabla y llevo tres días comiendo pollo a la plancha y caldo colado y hoy me pasaré el día bebiendo Aquarius. Con un poco de suerte, entre la dieta restrictiva y la limpieza de interiores, me como las uvas con la tripa «metía pa’dentro». A ver si hay suerte, me quito dos kilos, me animo, cojo carrerilla y sigo con la boca cosida dos o tres meses más.

El año termina en su tónica general, he frecuentado tanto el Clínico que ya me conocen. Me saludan los celadores, las enfermeras, los médicos de todas las especialidades y eso, quieras que no, tranquiliza. Estoy tan pancha, sólo tengo una inquietud: hoy vienen los albañiles a arreglarme el baño, porque unos azulejos traviesos están poniendo en juego mi integridad física y, puñetera Ley de Murphy, no podían haber elegido otra fecha. Justo han decidido alicatar el día que tendré que visitar al señor Roca cada quince minutos, y ellos de espectadores VIP de ocho de la mañana a ocho de la tarde. Aún estoy pensando cómo resolver este pequeño inconveniente, seguramente abusaré de la confianza de mis progenitores y les pediré que lidien ellos con los albañiles, mientras yo me voy a su casa a prepararme psicológicamente para el viernes, y a pensar en el modelito tan especial con el que le daré una patada en el culo a este año que, eso sí, seamos honestos, me deja para el recuerdo la celebración de mi 40 cumple-boda y el bebé con los ojos más bonitos que existen, mi sobrina Náyade.

uvas

Al 2018 entraré sabiendo que será mejor porque yo haré que sea mejor. Estoy convencida de ello y nada tiene más fuerza que eso. Me lo voy a comer enterito (espero que sea bajo en calorías) y espero poder compartirlo con vosotros en este rinconcito.

¡Hasta nunquiiiii 2017! ¡Bienvenido 2018!