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Ganadores natos… No / Por Antonio Cañaveral

Antonio Cañaveral Salgado (*)

A todos los que participamos en este mundo del fútbol nos encanta ganar y disfrutamos de lo lindo con la sensación que se tiene cuando se consigue. Eso está claro y no admite discusión alguna. Ganar es objeto de deseo de todos los deportistas; es más, es la esencia en la que se basa cualquier juego, intentar superar al rival.

Pero el deporte se realiza siempre en un contexto que nos debería indicar los caminos a seguir para conseguir dicha victoria. Me explicaré, no es lo mismo el deporte profesional que el de base o formativo. Ambos contextos nos deberían condicionar en buscar distintas formas de actuar como entrenadores para conseguir los objetivos fundamentales que deben ser claramente distintos.

Todos podemos entender y, quizás, compartir, que el “profesionalismo deportivo” busque la victoria sin más límites ni condiciones que las propias reglas del juego y que todo lo demás esté supeditado a la consecución de la victoria como única condición para tener éxito. Sin embargo, cuando nos situamos en un contexto formativo, en el deporte de base, quizás deberíamos aceptar que el camino para llegar a “ganar” no solo debe tener en cuenta las reglas del juego sino también la enseñanza de valores y principios que necesariamente nos condicionen a la hora de tomar decisiones con los jóvenes deportistas.

Es frecuente encontrarnos en este mundo del fútbol base comentarios del tipo: “Es un ganador nato, no le gusta perder nunca”, que he de reconocer provoca en mi una sensación desagradable y explicaré por qué. El comentario, en primer lugar, parece decir que al resto de entrenadores sí que les gusta perder, lo cual es simplemente absurdo. En segundo lugar, el comentario se suele hacer casi siempre estableciendo comparaciones (implícitas) entre el protagonista de la frasecita y otros entrenadores que asumen decisiones en función de los objetivos básicos que se deben tener en esta etapa de formación (como puede ser la participación de los chicos o chicas) y que posiblemente influyan en el puro “rendimiento” deportivo para obtener la victoria.

Saber que Messi o Cristiano son mejores que el resto lo puede distinguir cualquiera con solo ver un rato la tele, pero formar, gestionar y tomar decisiones con jóvenes en formación es mucho más que eso

Esto último me desagrada también profundamente, pues es una forma de desmerecer el trabajo de aquellos que, bajo mi punto de vista, están realizando el trabajo adecuado. Es como si estos últimos no supieran distinguir el nivel puramente deportivo de sus chicos y los primeros lo tuvieran clarísimo. Saber que Messi o Cristiano son mejores que el resto lo puede distinguir cualquiera con solo ver un rato la tele, pero formar, gestionar y tomar decisiones con jóvenes en formación es mucho más que eso, supone tener claros por lo menos los siguientes 3 aspectos :

1. Contribuir a la Formación Integral del joven a través del fútbol. Junto con la familia, que debe ser el pilar fundamental, y los centros educativos, todos aquellos que nos dediquemos al Deporte de Base debemos participar en la Educación del joven fomentando valores como la superación, el esfuerzo, la solidaridad, el respeto a personas, normas y decisiones, la responsabilidad, la aceptación de la victoria o la derrota como consecuencia del trabajo. Si lo conseguimos habremos conseguido gran parte del éxito en nuestra labor.

2. Asumir la Participación como herramienta fundamental para alcanzar todos esos objetivos. Garantizar que todos los jóvenes tengan una participación adecuada en la actividad será clave. Bien es cierto, que se puede debatir sobre los mínimos de lo que debe ser una participación adecuada, pero en cualquier caso aquella que no haga sentirse a un niño totalmente desplazado del resto del grupo.

3. Tener conciencia de que la victoria o la derrota son consecuencia de algunos factores ajenos al trabajo o la capacidad del entrenador. Factores como el nivel propio nuestros jóvenes en relación al resto de nuestros competidores, así como las edades harán que el éxito de nuestro trabajo no solo debe de medirse por el número de victorias o derrotas sino también por la consecución de otros objetivos formativos anteriormente citados o de nivel técnico.

En definitiva, asumir estos 3 principios como propios nos alejará del famoso “ganador nato” y nos acercará a ser mejores Entrenadores de Formación en busca de la victoria ¿por qué no? Ese es el fundamento del juego, ganar pero formando. Por eso, en mi caso particular, lo tengo claro: “No quiero ser ganador… quiero ser entrenador formador”.

Antonio Cañaveral Salgado (Caña, CD Avance)