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Eutanasia y muerte digna significan distintas cosas según un profesor de la Universidad de Alcalá

Los grupos políticos de la Cámara Baja han aprobado el inicio de la tramitación de una ley de muerte digna que garantice los cuidados paliativos al final de la vida. Esta noticia se mezcla estos días con la del suicidio de un enfermo de ELA, José Antonio Arrabal, que ha reivindicado el derecho a la eutanasia antes de morir mediante un vídeo. Muerte digna, suicidio asistido, eutanasia… son términos dispares en los que, como señala el profesor de Ciencias de la Salud de la Universidad de Alcalá, enfermero de emergencias y experto en bioética, «hay mucho más que una diferencia de matices».

Ortega da la bienvenida a la futura ley porque, en su opinión «aportaría mucho en el sentido de dignificar la muerte, por asegurar un cuidado integral en esa etapa final, sobre todo teniendo en cuenta que en España, en la actualidad, hay unos 120.000 enfermos que necesitan cuidados paliativos y solo en torno a un 50% los reciben».

El experto manifiesta que la diferencia entre asegurar una muerte digna y practicar una eutanasia no es solo de matices. «Prestar cuidados al final de la vida a un paciente, aliviar su dolor, llegar incluso a consensuar con un paciente o su familia, si son los interlocutores autorizados por él, una sedación terminal para evitar los síntomas adversos de su enfermedad o retirar el soporte vital es dignificar su muerte; practicar una eutanasia, buscar poner fin a la vida del paciente de forma deliberada, es algo muy distinto. Y lo es tanto en el fondo o intención (lo que jurídicamente llamamos el aspecto volitivo o la voluntad de la conducta realizada) como en la forma (o modus operandi)».

Añade que ‘no digo que la eutanasia no deba ser regulada para que ciertos pacientes que lo requieran tengan acceso a ese final, cuando realmente se constate que lo desean. Pero también deberemos regular quién, dónde y cómo lo hace. Y me tendrán que permitir como profesional sanitario elegir si quiero ser partícipe u objetar’.

El experto de la UAH critica el ‘modelo de salud biologicista’ extendido entre el personal sanitario e, incluso, a nivel docente, que prima las competencias y actitudes de ‘salvadores’, pero poco las de ‘acompañantes’. ‘Salvar es una obsesión inculcada. Nos enseñan a ‘hacer cosas’ pero no nos han enseñado a ‘retirarnos a tiempo’ y a hablar de forma honesta al paciente moribundo que nos interpela, o a asegurar que esté en compañía de sus seres queridos. Se enfatiza mucho la formación en ‘soporte vital’ y poco en ‘soporte final’’.

Agrega al respecto que ‘los tratamientos agresivos que demasiadas veces se pautan a los pacientes a sabiendas de que no tienen ninguna posibilidad de curar suelen ser la manifestación más clara de un gran desconocimiento de sus necesidades’.