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El síndrome de la cabaña: miedo a la calle tras el confinamiento / Por Nadia Castelló

Tras más de 50 días de confinamiento son muchas las personas que actualmente pueden estar manifestando miedo y angustia ante el hecho de salir a la calle. Tras tantos días en un espacio limitado, con la movilidad reducida y realizando poco esfuerzo físico, el cuerpo humano se habitúa a esta nueva situación, algo que, para algunas personas, está suponiendo un problema ya que está provocando miedo y temor a lo que pueda pasar al salir a la calle.

Este fenómeno psicológico es lo que en psicología se denomina “Síndrome de la cabaña” o “Cabin fever”. Se trata de un término acuñado desde principios del siglo XX en Estados Unidos. En aquellas zonas del país donde soportaban largos e intensos inviernos, muchos cazadores se veían obligados a pasar meses enteros en sus cabañas por lo que ese aislamiento solía mermar su estado psicológico.

Dada la anormalidad de la situación que estamos viviendo, cualquier persona podría estar expuesta a sufrir este síndrome. Sin embargo, las personas más vulnerables, la población de riesgo, son las que parece que sufren en mayor medida dicho síndrome. También en personas con tendencia a la ansiedad o personas aprehensivas y menos flexibles. Debemos destacar que el “síndrome de la cabaña” no está reconocido oficialmente como un trastorno mental, sino como un fenómeno psicológico que, tras haber pasado tantas semanas confinados, habitúa a nuestro cerebro a la sensación de seguridad que encontramos en el hogar. Si a esto último le añadimos el factor de que el COVID-19 no ha desaparecido y que, por tanto, el riesgo de infección continúa presente, es comprensible que el temor al contagio aumente aún más la inseguridad y la angustia a la hora de salir al exterior.

Escaleras interiores. Wikimedia Commons.

Escaleras interiores. Wikimedia Commons.

La característica más evidente del síndrome de la cabaña es el miedo a salir al exterior, sin embargo, otra de las características más comunes de este síndrome es la letargia: el hecho de sentirse fatigado, entumecimiento de las articulaciones, dormir siestas largas e incluso la dificultad para levantarse por las mañanas suele ser algo habitual en las personas que padecen el síndrome. A nivel cognitivo se pueden experimentar dificultades para concentrarnos, bloqueos y fallos de memoria. La falta de motivación y el antojo por determinados alimentos poco saludables para calmar la ansiedad también suelen ser síntomas frecuentes. El cuadro emocional que respalda el síndrome también es muy concreto: tristeza, temor, angustia y frustración.

Experimentar este fenómeno psicológico no resulta agradable por lo que es importante entender y respetar a la persona que sufre este problema. Algunas de las pautas que podemos tener en cuenta a la hora de abordar el problema son:
Darse tiempo. Lo que sentimos es normal, no se trata de un trastorno psicológico, sino que nuestras sensaciones son propias de un confinamiento de varias semanas.

No alimentemos miedos ni angustias. Imaginando que perdemos el control de la situación sólo lograremos angustiarnos más. No es obligatorio salir hoy si no lo deseamos, podemos ir haciendo pequeñas aproximaciones funcionales. Por ejemplo, bajar a la farmacia o dar un breve paseo.

Cuida tus rutinas. El ser humano necesita rutinas para gestionar su tiempo y para sentir seguridad. Diseñar una rutina donde distribuir ocupaciones laborales, el cuidado del hogar, espacio para una alimentación saludable o dedicar tiempo para el ejercicio pueden ser formas correctas de empezar a enfrentarnos al síndrome. También debemos reducir el tiempo de descanso evitando pasar mucho tiempo en la cama y eliminar la siesta.

Marca objetivos. Traza objetivos que estés dispuesto a cumplir y que sean alcanzables. Dentro de la rutina fijada debemos establecer los momentos en los que saldremos al exterior por poco tiempo que permanezcamos fuera de casa.

Busca apoyo profesional si lo necesitas. En caso de que sientas que la idea de salir de casa te aterra con mayor intensidad, que experimentas mayor ansiedad o que el hecho de visualizarte en la calle te horroriza, es importante que te plantees la posibilidad de pedir ayuda profesional.

Actualmente, nos encontramos ante una situación totalmente nueva para todos y a lo largo de los próximos meses es posible que puedan surgir numerosos retos psicológicos. Debemos estar preparados siendo solidarios, sensibles y empáticos entre nosotros para poder resistir con mayor entereza esta situación.

Nadia Castelló Corbacho es neuropsicóloga de Vitalia Alcalá de Henares.