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El camino menos transitado / Por Juan Trenado

El camino menos transitado / Por Juan Trenado

Hace algo más de un año conocí, casi por casualidad, el Hapkido. Siempre había querido practicar algún arte marcial desde pequeño, tal vez influido por el cine, los cómic o la literatura y ahora es cuando me he decidido (¿crisis de la mediana edad? Es posible. Lo dejo a discreción del lector). Hasta ese entonces no sabía ni tan siquiera que el Hapkido existía. Supongo que al pensar en artes marciales a todo el mundo le viene a la cabeza el Taekwondo, el Kárate o el Judo. El Hapkido está basado en la defensa personal coreana y al dar una oportunidad a un arte marcial casi desconocida en España he descubierto una nueva pasión. A ello ha contribuido la asociación Budda Sport que lleva años impartiendo clases en distintos lugares del Corredor del Henares —Camarma, Daganzo, Paracuellos, Cobeña, Ajalvir, Serracines, Las Castillas— y promueven en grandes y pequeños la actividad física y valores como el respeto, el compañerismo y la disciplina.

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¿A dónde quiero llegar con esta introducción que parece nada tener que ver con el arte? Es fácil. A veces hay que salir del camino y dar oportunidad a cosas nuevas. Dejarnos sorprender por lo inesperado. Buscar cosas distintas y descubrir que nos llenan, nos apasionan, y que no hace falta seguir los caminos más transitados para encontrar la belleza.

El mundo literario, visto desde fuera, está lleno de glamur. Libros inmensos, afamados autores firmando en ferias del libro ante multitud de fans, obras que venden miles de ejemplares, entrevistas, incontables seguidores en redes sociales… Pero no todo es así. Si preguntas a cualquier persona que te diga el nombre de editoriales que conozca prácticamente nadie pasará de las cinco. ¿Es que no hay más? Pues sí, en España hay cerca de 3000 editoriales de pequeño tamaño, casi todas ellas publicando menos de diez libros al año. Todos luchamos para que el mundo de la cultura no quede reducido a los bestsellers de autores reconocidos que publican las grandes editoriales.

Dentro de esa defensa de los pequeños hay muchas personas involucradas. Libreros, distribuidoras, asociaciones, grupos de lectura, e incluso bares y cafeterías que también ofrecen su espacio y su tiempo para eventos y presentaciones. También existen personas que, como modernos mecenas, se vuelcan con los nuevos autores. Todos ellos forman la delicada red que constituye el mundo literario. ¿Es importante ese tejido literario? Importantísimo. Si no existiera esa gente que se preocupa por el camino del arte y no solo por las ventas, no tendríamos nuevos autores, ni obras originales, solo tendríamos autores ya reconocidos publicando las mismas historias. El arte desaparecerías poco a poco, o al menos, se empobrecería.

El primer paso que pone en funcionamiento este mecanismo del tejido literario es el lector. Deberíamos darnos cuenta de que existe todo un mundo alrededor del libro y que vive de ello. Si solamente compramos superventas en grandes almacenes, el tejido literario se resquebraja. Todos perdemos. Debemos volver a visitar las librerías. Esas pequeñas guaridas culturales con estanterías repletas de libros. Esas que poseen ese particular aroma embriagador a papel y a tinta. Esas que defienden el arte a capa y espada, y que, aun sabiendo que es un mundo muy duro, se dedican a él con pasión.

Consecuentes con la importancia de los primeros pasos, Inventa Editores publicará este mes una nueva obra de relato breve escrita por varios autores noveles, pupilos todos ellos del polivalente escritor y poeta Óscar Santos Payán. La obra llevará el título de Caleidoscopio de relatos y cuenta con 18 relatos de seis autores que nos muestran la realidad y la ficción desde su propio prisma. Una obra que destaca por su originalidad y en la que podemos encontrar nostalgia, rencor, esperanza o crítica sarcástica a este mundo en el que vivimos. Un libro que merece la pena conocer, leer y compartir.

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Intentemos salir del camino habitual. Dejemos de convertirnos en una sociedad con un pensamiento único. De ser gente de centros comerciales y de seguir al rebaño, para volver a dar vida al comercio de barrio y a los pequeños pero importantes proyectos sin los cuales no podríamos algún día soñar con ser grandes. Como dice el gran David Vicente, no sé si la literatura nos hace mejores, pero sí más resistentes. Os animo a todos a salir del camino y, por encima de todo, a resistir.