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El bienestar institucional del nuevo gobierno / Por Antonio Campuzano

El bienestar institucional del nuevo gobierno / Por Antonio Campuzano

Once meses después de nuevo España se levanta con la seguridad inquebrantable y residenciada en que sus destinos son regidos por un gobierno. Aquella orfandad de estabilidad y aplomo inducida por la la inseguridad de los nuevos partidos que han venido a provocar inconsistencia y alteración de la las placas tectónicas de toda la vida, todo ello ha cedido a cambio de la seriedad que ofrece el nuevo gobierno.

El mismo diseñado por Mariano Rajoy, su presidente, que nada más y nada menos que ha rebajado en tres años el promedio de edad del gabinete si es comparado con el anterior. Para dar entrada a la verdadera renovación tantas veces esperada e inmortalizada ahora en la figura en tantas ocasiones esperada de María Dolores de Cospedal. Desde el lucimiento de la banda intercostal que la señalaba como Miss Albacete, circunstancia muy recordada un tiempo por Esperanza Aguirre, hasta su firme desembarco en el ministerio de Defensa, en otro tiempo representado por la figura aproximadamente embarazada de Carme Chacón.

Otro albaceteño ilustre, José Bono, también pasó revista a las tropas como ministro del ramo. Pero, paralelamente, ha sucedido lo que era de esperar. Las quejas, los lamentos, los padecimientos expresados, por toda la oposición por el feliz alumbramiento del nuevo gobierno, todas conservan el tono despreciativo, pero de murmullo, sin que haya una audacia de pronunciación severa, llameante y flamígera.

Y en el caso del principal partido de la oposición resulta especialmente sutil. Y la razón no es otra que su participación decisiva en la génesis, en la posibilidad, de ese gobierno. Las sinceridad de la oposición a ese gobierno flamante en boca del portavoz de la gestora del PSOE chocaba frontalmente con la categoría de la credibilidad. Octavio Paz, en su Ogro filantrópico hablaba del desencanto de los partidos políticos para lanzar su dardo lleno de cianuro: «los partidos modernos son son iglesias sin religion dirigidas por clérigos blasfemos». Se ha instalado entonces la seguridad en el bienestar instituciones por la llegada del nuevo gobierno. Ya hay poder ejecutivo, pero con la impronta de la eliminación de unas reglas de juego. Los pactos tienen ese aroma de falsificación de los ímpetus sinceros.