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Dos magnolias de Alcalá / Por Manuel Peinado

Dos magnolias de Alcalá / Por Manuel Peinado

En la alcalaína plaza del Padre Lecanda tiene lugar estos días un bonito espectáculo floral: dos magnolios están abriendo sus hermosas flores justo antes de que lo hagan las hojas. Hace 15 años que pedí que las plantaran junto al oratorio de San Felipe Neri. Como cada semana por estas fechas, me paso por allí para contemplar cómo poco a poco los pequeños botones florales verdosos se transforman en una espectacular floración.

Magnolia x soulangeana

La magnífica flor tiene un diámetro de casi 10 centímetros y unos colores rosáceos muy atractivos. Es una flor de Magnolia x soulangeana, un híbrido obtenido en 1820 por cruce entre dos magnolias silvestres que lleva el nombre del caballero francés que, con mucha paciencia y no poca habilidad, logró la hibridación: Étienne Soulange.

También era francés un famoso botánico de Montpellier, Pierre Magnol, al que el gran naturalista sueco Linneo dedicó el nombre científico de un género, Magnolia, que llevan más de un centenar de especies de árboles y arbustos por lo general tropicales, aunque no deja de ser curioso que las dos primeras especies identificadas fueran norteamericanas. La primera fue M. virginiana, encontrada en las faldas cálidas de los Apalaches por unos misioneros enviados a Norteamérica en la década de 1680. También allí se encontró M. grandiflora, pero ya en el siglo XVIII.


Magnolia grandiflora, plantada en la mediana de la avenida de Madrid.

Al menos desde que yo fui alcalde, en las calles y plazas de Alcalá me consta la presencia de dos magnolios: M. grandiflora y M. x soulangeana, que yo mismo ordené plantar. Como las pueden reconocer en las fotografías, permítanme que descuide su descripción y ofrezca alguna información sobre estas maravillosas plantas. Las magnolias, unos árboles que prácticamente todo el mundo reconoce, son uno de los grupos de plantas ornamentales más populares y su simbolismo a lo largo de la historia de la humanidad es muy interesante. Pero me gustaría contarles algo acerca de lo especiales que son las magnolias.


Capullos de Magnolia grandiflora. Antes de abrir, la flor está encerrada en unas brácteas velludas.

Veamos con algo más de detalle esas flores y nos daremos cuenta de que son diferentes de la mayoría de las flores. Para empezar, el capullo florido está encerrado en brácteas (hojas modificadas) en lugar de en un cáliz constituido por sépalos bien diferenciados, como sucede en la mayoría de las flores. Los «pétalos» no son en realidad pétalos sino tépalos, todos iguales y , al contrario de lo que ocurre en la mayoría de las flores, no están dispuestos naciendo todos en el mismo punto (en un verticilo), sino que se disponen helicoidalmente a lo largo de un eje.

El aspecto más llamativo de la morfología de la flor de las magnolias está en las estructuras reproductivas propiamente dichas. Fíjense en la foto adjunta y verán cómo los estambres y los carpelos (si lo prefieren los ovarios, para entendernos), como el resto de las piezas florales, están ordenados helicoidalmente, tal y como lo están las piezas de una piña de pino.

Una flor tan vistosa sirve para llamar la atención de los polinizadores. Las magnolias se polinizan por insectos, es decir, son entomófilas. Todo polinizador exige una recompensa por hacer su trabajo, y esa recompensa es normalmente néctar. Pero, por grandes que sean, las flores de las magnolias carecen de nectarios, así que muy raramente verá a las abejas de la miel revoloteando cerca de esas enormes flores. Sencillamente no les interesan. Lo que sí verá son coleópteros, es decir, escarabajos, porque estos insectos acorazados no liban néctar, y no pueden hacerlo porque carecen de trompa chupadora y en su lugar poseen unas mandíbulas poderosas. Los escarabajos son palinófagos, es decir, comen polen, y para ellos una flor de magnolia es un auténtico festín.


Detalle de una flor agostada de Magnolia grandiflora.

Las magnolias, como el resto de los representantes de la familia magnoliáceas, son uno de los linajes más antiguos de las plantas con flores, esto es, de las angiospermas. Dado su tamaño y el hecho de que todas las especies son leñosas, las magnolias fosilizan bien, así que tenemos evidencias más que suficientes de su existencia hace 95 millones de años. Aunque no sepamos con absoluta certeza si se parecían mucho a las primeras plantas con flores (nadie sabe cómo eran realmente), las magnolias ofrecen algunas ideas interesantes sobre la evolución de las angiospermas.


Una vez fecundadas, las partes femeninas de las magnolias, los carpelos, se disponen en un conjunto cerrado que recuerda a las piñas de los pinos (izquierda). Una vez maduros (derecha), los carpelos se abren y emergen las semillas carnosa, que atraen poderosamente a los pájaros. Las imágenes son de Magnolia grandiflora.

Las dos principales familias de abejas de la miel, Melittidae y Apidae, aparecieron sobre la faz de la Tierra hace 50 y 87 millones de años respectivamente, es decir, millones de años después de que lo hicieran las magnolias y los escarabajos. La aparición de las angiospermas más antiguas, entre las que se cuentan las magnolias, fue en el Cretácico, un período durante el cual las abejas melíferas no revoloteaban por allí, sencillamente porque no existían. En cambio, los coleópteros, grupo al que pertenecen los escarabajos, entre ellos los comedores de polen, ya estaban representados por un nutrido grupo de familias altamente especializadas en el aprovechamiento de distintos medios, entre otras las flores.

En conclusión, las magnolias evolucionaron antes de que hubiera abejas. Por eso, su estructura floral tan característica obedece a que estas plantas ancestrales no han coevolucionado con otros grupos de insectos polinizadores como las mariposas o las abejas. Las magnolias tenían ya quienes les transportaran eficazmente el polen y no necesitaron a las abejas para reproducirse.

Que los escarabajos palinófagos sean los carteros de las magnolias explica algunas cosas más. En primer lugar, la abundancia de estambres y la gran producción de polen es una estrategia cara (a las plantas les cuesta mucho fabricar granos de polen a base de proteínas y grasas) pero que les compensa porque, por voraces que sean los escarabajos, siempre se llevarán polen sobrante sobre sus armaduras. En segundo lugar, los carpelos están endurecidos para evitar los daños provocados por las mandíbulas de los coleópteros que, poco discriminatorios a la hora de zampar, no dudarían en devorar los nutritivos óvulos que encierran y con ello impedirían que se formaran las semillas.


Otro representante de la familia magnoliáceas, Liriodendron tulipifera.

Como los escarabajos se sienten atraídos por el polen y solamente por el polen, las flores maduran de una manera que asegure la polinización cruzada. Las magnolias son proterándricas, es decir, las partes masculinas –los estambres- maduran primero y ofrecen generosamente el polen. Las partes femeninas de la flor –los carpelos- maduran después. No producen ninguna recompensa para los escarabajos, pero se aprovechan del insaciable apetito de los insectos haciendo que sus carpelos imiten a las partes masculinas, asegurándose de que los escarabajos se despisten algún tiempo explorando las flores y dejando sobre los carpelos los granos adheridos en sus exoesqueletos.

Ya saben, las magnolias son viejas, hermosas y astutas, tan astutas como para haber sobrevivido a la extinción masiva del Cretácico que acabó con el 95% de las estirpes vivientes. Con ellas lo hicieron los coleópteros. La llegada de las abejas no cambió los hábitos de unas parejas mutualistas a las que les había ido muy bien.

Si quieren conocer más sobre los árboles de la calle o plaza de Alcalá en la que viven, visiten esta web que ha desarrollado David Sánchez López, un aventajado alumno de Ciencias Ambientales de la Universidad de Alcalá.

Por Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.