la Luna del Henares: 24 horas de información

Curiosidades de Alcalá: «Y va de mujeres. De la pobreza en otros tiempos y sus consecuencias»

Curiosidades de Alcalá: «Y va de mujeres. De la pobreza en otros tiempos y sus consecuencias»

Una semana más la historiadora alcalaína María Jesús Vázquez Madruga nos cuenta historias curiosas de Alcalá de Henares.

Según los expedientes judiciales las mujeres cometían muchos menos delitos que los hombres.

Por ejemplo, en 1853, son arrestadas en Alcalá un total de 45 personas, de las que sólo 4 eran mujeres, encausadas por hurto, fruto del hambre y la necesidad de alimentar a sus hijos, a los que, en casos de extrema necesidad tenían que abandonar a las puertas de las iglesias y de los conventos con la esperanza de que les alimentaran y sobrevivieran. Separarse de un hijo, junto con la muerte de éste son las más dolorosas experiencias de vida que puede sufrir una madre.

Muchos pensarán que las familias de acogida son un invento moderno de sociedades desarrolladas. Pues no. Ya existían en otras épocas. El ayuntamiento les pagaba un sueldo al mes. El problema es que éstas familias lo hacían también por necesidad y el maltrato infantil estaba a la orden del día, además de que muchos niños no sobrevivían.

En 1868 había en Alcalá 20 mujeres amamantando niños ajenos y 6 niños en familias de acogida, que cobraban del ayuntamiento 24 reales al mes a finales del siglo XVIII.

Y es que las mujeres lo tenían muy difícil. Si quedaban viudas, no podían continuar con el oficio familiar, aunque lo hicieran igual de bien –o mejor- que sus difuntos maridos.

A mediados del siglo XVIII, a Leocadia Ximénez, viuda con tres hijos, y a María López, no sólo se les prohíbe ejercer el oficio de pasamanería, sino que el gremio les multa por trabajar y vivir de ello. ¿Que podían hacer? ¿De qué vivirían?

Es un hecho que las mujeres han trabajado siempre, y mucho. En los documentos quedan registradas con oficios de todo tipo:

Cacharrera, buhonera, cerera, tendera, carretera, tabernera, salinera, dependienta, panadera, lavandera, criada, textil, costurera, espartera, agricultora, hortelana, maestra, comadrona, nodriza, ama de clérigo o demandadera, aunque las demandaderas de los conventos eran señoras de cierto nivel y tenían a gala no cobrar.

Así que, si las mujeres no encontraban trabajos ínfimos como el campo o como sirvientas, ¿Qué podían hacer si no querían morir de hambre? Tres opciones: mendicidad, delincuencia o prostitución.

En el siglo XIX la prostitución se concentra en el barrio de la Pescadería y del Matadero, donde había lupanares, entre ellos los más conocidos de La Bizca y don Láudano. Pero también muchas mujeres recibían “visitas” en sus casas, no sólo por dinero, a veces a cambio de algo de comida.

Otra forma de quitar una boca de la familia era poner a servir a los niños a partir de los siete años, sólo a cambio de alimento y vestido, porque hasta los 14 años no podían cobrar un sueldo anual, que, en el caso de las niñas, guardaban para la dote de un posible futuro matrimonio. Vida durísima la de las criadas, trabajando todo el día, durmiendo en el suelo y malcomiendo las sobras, que no era eso lo peor, no. Lo peor eran las palizas y violaciones. De éstas frecuentemente había fruto, con lo que quedaban estigmatizadas de por vida, culpables por parir sin estar casadas, acusadas de vida licenciosa…y abocadas finalmente a la prostitución. Triste sino el suyo.

María Jesús Vázquez Madruga. Historiadora y Escritora.