¿A quién no le han cambiado alguna vez su nombre por su gentilicio? -Ey, madrileña ¿te apuntas? -¿Alguien ha avisado al gallego?… En fin, ponga un campamento en su vida (o una mili en honor a los más veteranos) y sabrá de lo que hablo. Pues resulta que esto ya lo sabían siglos atrás. Y para muestra, un edificio.
El Colegio Menor de San Ciriaco y Santa Paula, popularmente conocido como Colegio de Málaga, por ser sus primeros moradores de la ciudad andaluza y su fundador, Juan Alonso de Moscoso, obispo de Málaga. Por si hubiera alguna duda, los santos a los que estaba advocado fueron mártires de Diocleciano, allá por el año 303, en Málaga, por supuesto. Y no sólo eso, resistió a sucumbir a otros gentilicios porque un siglo después de abrir, a finales del siglo XVIII una refundación llevó bajo su techado los colegios de León, Lugo y Aragón.
Justificado que la actual Facultad de Filosofía y Letras sea conocida por su gentilicio, no todo en su historia fueron parabienes: los destrozos de la invasión napoleónica, un incendio… y con la desamortización de Mendizábal, conversión en escuela cuartel y academia de artilleros y herradores del ejército. También sería archivo, asilo para ancianos, internado femenino, cuartel de tropas durante la Guerra Civil… Hace algo más de dos décadas el Colegio de Málaga por fin recupera su razón de ser, la docencia universitaria, aquella por la que fue levantado por los Moscoso.
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