Volvemos a la Calle Escuelas y deslizamos la mirada por el muro de ladrillo y caliza. Al otro lado arquitectos en ciernes estudian cánones clásicos y de vanguardia. Siglos atrás lo que se trazó en este edificio fue seguir la antigua regla o abrazar la reforma de toda una orden como la del Carmen.
En 1563 fray Francisco Espinel funda aquí un convento del Carmen Calzado y poco después abre su colegio para formar a los futuros miembros de la orden carmelitana. Un año más tarde se produciría la reforma y escisión de esta orden: por un lado, los calzados u observantes de la vieja norma, y por otro los reformistas, los carmelitas descalzos. Curiosamente el fundador del convento alcalaíno –de la orden calzada, recordemos- se sumó a los reformistas descalzos. Y no solo eso, Espinel fundó un nuevo colegio para los descalzos y en un primer momento lo ubicó en el edificio que también acogió temporalmente los primeros pasos de los calzados en Alcalá.
Dogmas aparte la historia también se reservó sus caprichos para el colegio que hoy nos ocupa. Rozando el siglo XVIII cerró y ya en 1836 se exclaustró y pasó al Estado. Y a partir de ahí un devenir común con otros monumentos de la ciudad: cuartel de artillería, caja que no casa de reclutas, tras la Guerra Civil, penitenciaría militar y al albur del cambio de milenio escuela de arquitectura.
Si quieres conocer más sobre este fotógrafo, echa un ojo a su sección el La Luna de Alcalá o entra en su instagram @rubengamez_photo
