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Cada loca con su tema… / Por Anabel Poveda

Hace unos días tuve una conversación con mis amigas que no me he podido quitar de la cabeza. Confieso que me reí muchísimo porque me parecieron muy curiosos algunos datos que me dieron, y quiero compartirlos con vosotros. El caso es que nos pusimos a hablar de cuál era nuestra actitud cuando ligábamos con alguien y la cosa pasaba a mayores. No me imaginaba yo que la actitud post-trajín pudiera diferir tanto de unas mujeres a otras. Hicimos un pequeño listado y en cinco minutos sacamos cuatro estereotipos. A ver si os sentís identificadas con alguno o si me dais alguna idea más.

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Las princesas
Esta forma de comportarse me era totalmente ajena, yo no había escuchado hablar de ellas pero una de mis amigas asegura que su ‘esteticién’, cuando tiene un encuentro esporádico y el susodicho se queda a dormir, aboga por el «antes muerta que sencilla» y tempranito, sin que se despierte el maromo se levanta, se peina correctamente, se curra un maquillaje natural, se lava los dientes, se pone algo sexy, se mete en la cama, extiende su melena por la almohada como si fuera un abanico y, cuando siente que el muchacho se despereza, parpadea suavemente y finge despertarse cuál princesa Disney. Yo alucino, no sé si porque no me maquillo ni para ir a la oficina, o porque se me pegan las sábanas, pero personalmente me parece un esfuerzo excesivo que yo sería incapaz de hacer. Nací vaga.

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Las ‘cagaprisas’
Aquí entrarían esas mujeres que consideran que dormir con alguien con quien han tenido un encuentro esporádico es muchísimo más íntimo que el sexo en sí y, después de un rato de cortesía, salen como alma que lleva el diablo con destino su cama. Los argumentos los entiendo. No a todas les gusta compartir los ojos de panda matutinos, los pelos de loca, la boca pastosa y los rugires de tripa incómodos. Saliendo por patas evitan mostrar la parte más «humana». Las puedo llegar a comprender.

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Las románticas
Reconozco que este sería mi epígrafe. Y es que no sé si será porque si llego a ese momento con alguien también me apetece dormir con él, pero de hecho me molestaría que se fuera o peor aún, que me echara. Será que soy una romántica empedernida y todavía creo en el cariño, los mimos, la cucharita y la complicidad, aunque no sea el hombre de tu vida. Abogo por no deshumanizar el sexo más de lo que ya está. Que no cuesta tanto ser cariñoso, digo yo. Aunque te vean con cara de sueño, con el rímel corrido y los ojos hinchados, creo que ser natural merece la pena.

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Las hipoalergénicas
En este apartado encontramos mujeres (y también hombres) que han cambiado el contacto, las cervezas, los cafés, el sexo y los besos por conversaciones de Whatsapp. Pueden estar días, incluso meses hablando con alguien a diario pero desaparecerán sin dejar rastro cuando llegue el momento de quedar y conocerse en persona. Son personas que no sufren, no se implican, no se manchan y no se despeinan. Seguramente tampoco sufran pero me pregunto si merece la pena vivir a medias.

Yo prefiero seguir despeinada y levantarme con la babilla colgandera pero que me den los buenos días con un abrazo. Aquí, para gustos, colores.