Hace aproximadamente un año una extraña, fría y densa niebla nocturna envolvía Alcalá. Puede que por costumbre, puede que por la poca visibilidad del momento nadie mira hacia arriba y pasa desapercibida la inscripción “A expensas del Arzobispo de Toledo el Excmo. Señor D. Francisco Antonio Lorenzana”. Y es que fue el cardenal Lorenzana quién costeó su reedificación en 1788.
La que hoy franqueamos sustituyó una de las puertas medievales de la muralla por ser aquélla estrecha y en codo, lo que dificultaba el acceso a la ciudad –permítanme añadir: y más en días de niebla como este-. Es el principal acceso al casco histórico de la ciudad y puerta de la tradicional ruta que unía Alcalá y Madrid. Y sí, Alcalá tiene su Puerta de Madrid y Madrid su Puerta de Alcalá. Esta última sólo 10 años más veterana que la alcalaína.
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