Ayer me personé en la oficina central de objetos perdidos y le comenté muy contrariada a la chica de recepción que necesitaba reclamar urgentemente un montón de cosas que llevaba tiempo echando en falta. Le expliqué que como los nudos a San Cucufato han dejado de surtir efecto (yo creo que el pobre ya ni siente ni padece tanto atarle las partes nobles), me urgía conocer el paradero de mis extravíos.
La muchacha me dio amablemente unos papeles y me invitó a que detallara qué había perdido, dónde, cuándo y cómo. Recapacité unos minutos, cogí los papeles y empecé a rellenar folios…
Mis sueños
No sé con exactitud dónde me los dejé, ni cuándo los perdí pero lo cierto es que han desaparecido y los echo de menos. Me pregunto qué habrá sido de ellos. De mis ganas de triunfar, de mis ilusiones, de mi certeza de que mi futuro estaba delante de un micrófono, compartiendo a través de las ondas mis aventuras y desventuras, haciendo reír a los oyentes y buscando entre todos maneras de superar estos tiempos ingratos que vivimos. Especifiqué en el papel que no tengo claro si me los ha robado alguien o si los he perdido yo por despistada. Igual si me los han sustraído tengo que acudir a la policía. O igual se los vendí a precio de saldo a algún charlatán de feria.
Mi fuerza de voluntad
Esa sí la he perdido yo, asumo la responsabilidad y tengo claro que la empecé a echar en falta el año pasado. Al principio iba y venía pero antes de navidad se fue a por tabaco y no volvió. Su partida ha hecho estragos en mi vida y en mi cuerpo. En nuestra primera crisis la báscula subió dos kilos pero desde que se fue al país de nunca jamás, la cifra ha ascendido a seis. Y yo quiero comer pollo a la plancha, lechuga, fruta y yogures 0% grasa, pero el ansia viva, que es la nueva okupa, apuesta por alimentos menos saludables. Espero que vuelva pronto porque ya he tenido que desempolvar los vestidos saco XXL. ¡Fuerza vuelve, te lo pido por amor de Dior!
Mi salud
Brilla por su ausencia. Desde hace seis meses estoy más floja que un puñado de pelusas, que si sinusitis, que si infección de garganta, que si esguince de tobillo, que si trasero pocho. Cómo será que me han hecho la tarjeta VIP platino en mi farmacia de cabecera. Cada vez que me ven entrar sacan los tambores porque les arreglo la caja del mes. Quiero mi salud de hierro de vuelta ya. Exijo una orden de búsqueda y captura.
Mari Fe y Esperanza… de Triana
Ay que ver qué folclórico y qué bonito me ha quedado este titulillo. Cómo me gusta. Pues el caso es que la Mari Fe y la Espe se fueron a dar la vuelta al mundo y aún no han aparecido por casa. Las vi salir con la última decepción amorosa, con el último crujido del corazón partido, con ese beso que, sin saberlo, cierra una historia. Y desde que se cogieron el tren he dejado de creer en el amor, en la pareja, en el romanticismo y en los finales felices. Que sí, que seguro que los hay, fijo, pero no serán para mí. Me tendré que conformar con verlos en las películas de Disney.
Cuando llevaba cuatro folios escritos la chica de objetos perdidos me preguntó asustada si le podía enseñar la hoja y me dijo:
“Lo siento pero creo que estas cositas que nos reclamas deben andar en algún rincón de tu cabeza desordenada, pero lo que sí tengo claro es que has perdido la cordura y el norte, y eso no lo has puesto en los papeles”.
Cogió mis hojas y comprobé frustrada cómo las depositaba en una caja donde ponía “Casos perdidos”.
Así que con las mismas salí de allí a ver si, con suerte, encontraba el camino de vuelta a casa.
PD: Sí, lo confieso, el jueves pasado decidí que no tenía nada divertido que contar y no escribí el blog. Y ayer, a punto de tirar la toalla otra vez, un ángel de la guardia me invitó a que no dejara de escribir y no dejara de ser yo, sin postureo y si no estoy de humor, sin humor. Le doy las gracias porque sus palabras fueron el punto de partida de este texto.
