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La vida es un carnaval / Por Anabel Poveda

Qué razón tenía Celia Cruz cuando cantaba «no hay que llorar que la vida es un carnaval», pero en algunos casos, además de cierto es literal, y es que desde que tengo uso de razón me recuerdo disfrazada de cualquier cosa, lo que ha debido marcar mi pasión por las pelucas, el maquillaje de fantasía y cualquier elemento que me haga salirme, aunque sea por unas horas, de mi aburrido personaje diario. Creo que disfrazada me siento capaz de cualquier cosa, y si ya de por sí me considero una persona con bastante morro, caracterizada me vuelvo una auténtica descarada, pero es que para eso sirven los disfraces, para hacer y decir todo eso a lo que, de normal, no te atreves ni «jarta vinos».

¡Qué me gusta disfrazarme oiga, es lo que hay! Tenía cinco o seis años la primera vez que participé con la comparsa «El Patio de mi Casa» en la cabalgata que se celebra en Madrid cada carnaval, y me vistieron de pequeña vampirilla con colmillos gigantes.

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Pandilla de vampirillos en los Carnavales de 1985

Desde entonces han sido incontables las veces que me he disfrazado y cualquier ocasión me parece buena: Carnaval, Halloween, la Feria de Abril, fiestas temáticas, cumpleaños, para bajar a por el pan… con eso de inventarse un personaje me pasa lo de «No me toques las palmas que me conozco», que tengo mucho peligro. He llegado a dar la clase de zumba disfrazada de zombie, eso sí, a punto de quedarme ciega con el maquillaje churreteando en los ojos por el sudor…

Este año me toca pasar Carnaval en Bilbao, que me voy con mis amigas, y el sábado estamos invitadas a una fiesta que tiene como Dresscode ir vestido de algo.

Anuncio de Jean Paul Gaultier

Anuncio de Jean Paul Gaultier

Elegir temática nos está costando tanto como nos cuesta elegir menú, pero es que una de ellas tuvo la idea de ir de anuncio de perfume de Jean Paul Gaultier, a lo que le contesté que en qué momento creía que yo iba a ir por Bilbao con un corpiño y unas bragas color carne por única vestimenta (por el frío más que nada).

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Posibles hadas para el carnaval bilbaíno

Reconozco que tengo una premisa: voy disfrazada, sí, pero guapa y sexy, jamás me veréis vestida de Peppa Pig, o de Ronald Mc’Donalds, pero de ahí a ir semidesnuda va un trecho, (sobre todo porque no tiene la menda un cuerpo de culotte y corpiño, que si fuera la Chiffer accedía gustosa). Lo mejor de la idea del anuncio de los marineros lacios y las muñequitas en ropa interior es que llevamos una embarazada y, ante la imposibilidad de encorsetarse, se ofreció la pobre mía a vestirse de frasco de colonia…

A dos días no lo tenemos claro pero seguramente iremos vestidas de hadas, con alas del todo a cien y antifaces al más puro estilo «50 sombras de Grey». Un cuadro vamos, lo mismo ni nos dejan entrar en la fiesta por frikis.

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Enfermeras asesinas 2010 con Mayte Chico

Lo mejor de que te guste disfrazarte es encontrar un alma gemela y yo he tenido esa suerte. Desde hace seis años trabajo duro en el proyecto «Pili y Mili», un dúo cómico-travestido que formo a ratos con mi amiga Mayte Chico. Nos pone mogollón disfrazarnos de lo mismo y comprobar lo que le motiva al personal masculino eso de «dos iguales para hoy»… tenemos un álbum digno de Lady Gaga, aunque nuestro hit siempre serán las enfermeras asesinas guarrillas… ese Halloween de 2010 provocamos fiebres más altas que la Gripe A y tuvimos que repartir aspirinas a diestro y siniestro (nos patrocinó Bayer)… con ella siempre mola ponerse una peluca, una pestaña postiza o una purpurina y hacerse un selfie-book…

A los que odian disfrazarse, les digo: ¡probadlo, desinhibiros, dejaros llevar por un día, salid de vuestras aburridas rutinas! y pensad que, en carnaval, TODO ESTÁ PERMITIDO.

Ya tendremos tiempo después de expiar nuestros pecados, hacer penitencia, comer potaje y arrepentirnos cuando quememos la sardina y llegue la Cuaresma…

¡Feliz Carnaval!