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La identidad de Podemos / Por Antonio Campuzano

La identidad de Podemos / Por Antonio Campuzano

El firmamento político desde el 26 de junio, domingo desabrido en clima y mapa de representación pública, quedó muy desmadejado para la formación Podemos, que contaba con un viento claramente favorable en las encuestas, habida cuenta de la incorporación de Izquierda Unida, con un pletórico Alberto Garzón, quien cada vez que en actos electorales hablaba de Pedro Sánchez se encargaba con alguna suficiencia de “diptongar” y llamar al líder socialista “pedrosánchez” de un tirón. Ahora parece ser que, recuperado el habla normal, habla con dos palabras para citar a aquella misma persona.

El caso es que las encuestas volvieron a su estado natural, el fallo con estrépito con respecto a Podemos, y el centelleo de miradas y el tableteo de dientes entre los pares de la jerarquía podemita empezó a tomar naturaleza a principios de verano y así ha seguido hasta nuestros días previos a cita con las urnas en Galicia y País Vasco.

Lo que se presagiaba como hostilidad entre Pablo Iglesias y Errejón hace unos meses es ahora una guerra con trazos de seguridad conceptual indiscutible. Marzo pasado fue el lapso temporal en el que, de haberse producido el “sí de los niños” de Podemos al acuerdo de investidura entre Psoe y Ciudadanos, ahora podría hablarse de muchas cosas, pero muy pocas de Mariano Rajoy.

Seguramente estaría con rostro de ex presidente y muy atento a los inicios de la singladura judicial que está a punto de comenzar contra el Partido Popular en juzgados y audiencias, para este mes de octubre. Sánchez sería presidente con admisión de todo tipo de conjeturas y posibilidades, remotas o no. Después de marzo llegó junio y lo ya sabido: nada de sorpasso, mucho de aumento de escaños en PP, poquito e insuficientre de entendimiento entre PP y Ciudadanos. Y elecciones en dos comunidades. Y posibilidad de terceras elecciones. Todo lo cual recuerda a lo evocado por Javier Pradera, en su impresionante “La mitología falangista” (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2104), a propósito del encuentro de José Antonio Primo de Rivera con Unamuno, no se sabe si para ser bendecido el joven jerezano por el consagrado bilbaíno. Y dijo el catedrático que “no conviene que acentúen ustedes esa tendencia pasional”.

Errejón parece aspirar a todo, desde Podemos al común de la izquierda española. El “joven profesor” Errejón se fija acertadamente en el “viejo profesor” Tierno, quien desde un partido muy próximo al Psoe llegó a la alcaldía de Madrid y porque se topó con la figura de Felipe González. Ello y la edad evitaron su ascensión a otras responsabilidades.

Las dos variantes de la izquierda española, Psoe y Podemos, sólo pueden ponerse de acuerdo cuando venzan las penurias emocionales de un electorado amplio que supere miedos atizados por estilos “pasionales” por ejemplo de Monedero e Iglesias, y que de paso trasladen esas seguridades también emocionales a las instituciones financieras y políticas europeas. Y eso, atención a la pantalla, sólo puede permitirlo Pedro Sánchez de acuerdo con Íñigo Errejón, ambos con sentido de la realidad que pisan, respiran, sienten y viven.