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Exposición fotográfica La dura infancia / Por Luis Alberto Cabrera

Foto: Valentín Vega (1912-1997) / Cuatro niños conduciendo dos carros volquetes / Blimea (Samartín del Rei Aurelio), 1946 / Muséu del Pueblu d’Asturies

Hasta el 20 de febrero, en la BPM Cardenal Cisneros

Esta exposición fotográfica pretende llamar la atención sobre una realidad que fue habitual en la sociedad hasta tiempos muy recientes y que aún lo sigue siendo en otros lugares del mundo. La dura infancia. Fotografía y trabajo infantil presenta veintitrés imágenes de niños y niñas trabajando para ayudar a sus familias, tanto en el medio rural como en ciudades y villas. La exposición muestra los ámbitos del trabajo infantil: el campo, la montaña, el mar, la mina, la industria, la construcción y los servicios urbanos. El conjunto subraya, una vez más, el valor que para nuestra memoria colectiva tienen los profesionales de la fotografía que, desde su invención, dirigieron el objetivo de sus cámaras hacia zonas ocultas de la realidad cotidiana.

Valentín Vega (1912-1997) Niño trabajando entre materiales de construcción. Cuenca del Nalón, 1948 Muséu del Pueblu d’Asturies

Valentín Vega (1912-1997)
Niño trabajando entre materiales de construcción.
Cuenca del Nalón, 1948
Muséu del Pueblu d’Asturies

Hoy en día el trabajo infantil está considerado como una lacra social y muchas de las situaciones en las que se retrata a los niños y niñas de esta muestra serían inadmisibles. Sin embargo, no deberíamos proyectar sobre ellos una mirada exclusivamente conmiserativa. Es preciso analizar las circunstancias que les tocó vivir, la precariedad que acuciaba a muchas familias humildes, para entender que el esfuerzo de todos sus miembros, incluidos los más pequeños, era indispensable para su subsistencia. Conmueve en algunas imágenes la desproporcionada rudeza de los trabajos, impropios de tan menudos cuerpos; el pobre calzado o la sucia vestimenta. Se hace inevitable pensar en tantos niños y niñas que no pudieron asistir a la escuela o que tenían que ausentarse de ella durante días o meses enteros para trabajar y que nunca disfrutaron de unas verdaderas vacaciones. Pero se percibe también en muchos de esos rostros, con frecuencia sonrientes, una suerte de orgullosa satisfacción por saberse útiles, por sentirse «mayores», por participar en actividades propias de los adultos.

Valentín Vega (1912-1997) Grupo de niños y niñas recogiendo carbón en las vías del tren. L’Entregu (Samartín del Rei Aurelio), 1945 Muséu del Pueblu d’Asturies

Valentín Vega (1912-1997) / Grupo de niños y niñas recogiendo carbón en las vías del tren. / L’Entregu (Samartín del Rei Aurelio), 1945 / Muséu del Pueblu d’Asturies

Más allá de si se trataba de un empleo remunerado, de si estaba sujeto a un horario o a unas relaciones laborales como las que se usaban en el mundo adulto, la resistencia física podía ser la única condición para que los niños se incorporaran al trabajo. Los vemos así en estas fotografías, desde muy pequeños, guiando parejas de vacas que roturan el campo o llevándolas a pastar; miramos a esos solitarios pastores de montaña, a los tiznados guajes de la mina, a los esforzados pinches de la construcción, a los aprendices de las fábricas, a los repartidores de todo tipo… Muchos de los trabajos que realizaban tenían una consideración menor pero resultaban realmente imprescindibles. Es el caso, por ejemplo, de las labores de limpieza de herramientas y maquinaria, que se encomendaban con frecuencia a los más pequeños y que, por ese motivo, solían ser los últimos en abandonar el puesto de trabajo.

Hay que tener en cuenta que si, por un lado, la invisibilidad social fue siempre consustancial al trabajo infantil, en el caso de las niñas lo fue por partida doble, al estar casi siempre recluidas al ámbito doméstico y por seguir la segregación de género las mismas pautas que en el mundo adulto. Desde muy pronto tenían que sustituir a la madre en numerosas tareas: limpiar la casa, cuidar de los hermanos pequeños, traer agua de la fuente, lavar la ropa.

Todas las fotografías pertenecen al Museu del Pueblu d’Asturies del Ayuntamiento de Gijón, quién ha cedido desinteresadamente las imágenes.