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Etxeberría: «La búsqueda de los huesos de Cervantes fue todo un reto»

Etxeberría: «La búsqueda de los huesos de Cervantes fue todo un reto»

Por Óscar Sáez

El antropólogo forense Francisco Etxeberría fue una de los científicos que formó parte del equipo encargado de identificar los restos de Miguel de Cervantes, que descansan en el convento de las Trinitarias Descalzas en Madrid. Estos días se ha estrenado la película ‘Cervantes. La búsqueda’ de Javier Balaguer (el 10 de mayo habrá un nuevo pase en el Pequeño Cine Estudio, c/ Magallanes 1), un documental sobre la investigacion, excavación y descubrimiento de los restos de Miguel de Cervantes en el Convento de las Trinitarias de Madrid en 2015. Por este motivo, La Luna de Alcalá ha querido conocer las sensaciones de Etxeberría, uno de los protagonistas de aquella búsqueda, en esta entrevista realizada por correo electrónico.

– ¿Cómo recuerda la búsqueda de los huesos de Cervantes?, ¿con qué  problemas se encontraron?

– Una investigación apasionante con un grupo interdisciplinar en el que aprendimos todos. Un reto colectivo. El problema principal se produjo al saber que los restos fueron trasladados desde una iglesia a otra contigua y por ello mezclados con otras personas. Quienes habían bajado a esa cripta miraban a los nichos, pero nadie imaginaba que el subsuelo estaba repleto de enterramientos.

– ¿Qué fiabilidad hay de que los restos encontrados sean los de Cervantes?

– La que arrojan ciencias como la historia, la arqueología y la  antropología. Muchas coincidencias y ninguna discrepancia. Todo ello, expresado en términos de alta probabilidad. Es decir, de la  descripción objetiva de las evidencias a la interpretación conjunta de  los resultados.

En otros lugares del mundo, buscando a Dante o a Moliere, las empresas privadas  hubieran estado interesdas en colaborar

– En concreto, ¿qué huesos se encontraron del escritor?

– Mezclados con los de otras 16 personas, que son el total de las que fueron enterradas en la primera iglesia «un triste portal o capilla» y  luego trasladadas a la bóveda de la nueva iglesia, todos mezclados. Hemos encontrado al grupo entre los que se encontraba Cervantes  fallecido y enterrado en 1616.

– ¿Qué información han podido aportar esos huesos?, ¿sus  enfermedades?, ¿la causa de su muerte?

– La fragmentación y el mal estado de conservación no ha permitido avanzar en ese punto. Otra cosa hubiera sido si el esqueleto estuviera individualizado. En todas las investigaciones hay limitaciones y lo importante no es haber encontrado a Cervantes, sino haberlo buscado combinando ciencia y cultura. Quienes piensan de otra manera que vean la película de Javier Balaguer recientemente presentada en Madrid.

– ¿Sobró marketing y faltó tiempo?

– No tuvimos nada de marketing y no hubiera estado mal. En otros lugares del mundo, buscando a Dante o a Moliere, las empresas privadas  hubieran estado interesdas en colaborar. Y no faltaron ni tiempo ni  recursos humanos o técnicos. Lo que faltó es comprensión institucional  y sobraron descalificaciones, por otra parte tan frecuentes en este país. En cualquier otro lugar del mundo se ha comprendido que el simple hecho de buscar a Cervantes es ya una cuestión pertinente y no lo contrario. Es oportuno y no lo contrario… Vincular las palabras Cervantes-Madrid-Cultura es por sí mismo una cuestión de responsablidad. Nos hemos colado con esa idea en todos los  informativos del mundo. Pero en España a algunos les resulta más divertido hablar del «desdentado de la calle Huertas» que de «El manco  de Lepanto».

En España a algunos les resulta más divertido hablar del «desdentado de la calle Huertas» que de «El manco de Lepanto»

– ¿Han hablado con el convento dónde está enterrada la hermana de  Cervantes en Alcalá para cotejar las pruebas?

– Hemos hablado con las personas que conocen bien esa historia en Alcalá  de Henares. Pero es básico saber que las monjas siempre se entierran en el suelo y que con el paso del tiempo es obligatorio que sus restos  se mezclen con los de la comunidad religiosa en un osarion común. Así  lo hacen también las monjas Trinitarias del convento donde se encuentran los restos de Cervantes. En definitiva, los restos no «se perdieron bajo los escombros», como algunos habían dicho.