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El mal menor / Por Antonio Campuzano

El mal menor / Por Antonio Campuzano

La estrategia es término militar cuya aplicación se da fundamentalmente en ámbitos civiles. Por ejemplo, en los políticos. No otra cosa ha sucedido en la peripecia interior del partido socialista en lo últimos meses. Así, Pedro Sánchez, en posesión del balón hasta que sus propios compañeros se lo arrebataron hace unas semanas, ensayó todas las combinaciones posibles desde la jornada pre navideña del 20 de diciembre. Salvo, naturalmente, la de la gran coalición en cualquiera de sus formas.

PSOE más Ciudadanos, en la primavera pasada, que se saldó con la negativa de PP y Podemos. Y PSOE más Ciudadanos y Podemos, con resultado de desmarque de los dos últimos entre sí para abortar la operación. Y finalmente, PSOE con Podemos y fuerzas nacionalistas, que resultó abortada por las vacas sagradas del propio PSOE, con desprecio -por temor o pánico, o ambas cosas- a escuchar la opinión de la militancia, la misma que es exaltada cuando se habla de primarias y cosas por el estilo en familiaridad socialista.

El sentido de Estado es un arma que aparece en el bolsillo de atrás, oculta como vergüenza no exhibible, cuando las coas cosas se ponen feas en el normal desarrollo de las políticas democráticas. Así se puede presentar el momento PSOE, con Sánchez al frente, como un peligro potencial para el normal desenvolvimiento de las instituciones democráticas.

Las cesiones a los partidos independentistas se daban ya por realidades incontrovertibles, sin pararse a pensar que quizá el diálogo entre fuerzas y sobre mínimos hubiera hecho posible una alternativa corta en el tiempo, pero que hubiera eliminado la opción Rajoy. Una opción ganadora en las últimas elecciones pero incapaz de generar una mayoría suficiente.

Lejos de pensar que esas oposiciones de todo el espectro parlamentario pudieran ser portadoras de opiniones consistentes contra un candidato evocador de lo peor de un partido, el PP, imputado en su corporeidad como un mal para la democracia limpia, el PSOE, ese gran partido protagonista de la transición de la dictadura a la democracia y valedor de la modernización de España, ha optado, a salvo del Comité Federal del domingo próximo, por una vía favorecedora del mal menor, el mismo que consiste en otorgar carta de legitimidad a la opción ganadora de elecciones al PP, pese al rosario de cuestiones que cuestionan su normal proceder entre instituciones democráticas.

La posibilidad de un acuerdo de investidura de un gobierno alternativo al PP tan demonizado por el presidente de la gestora Javier Fernández puede que estuviese tan lejos como dice Caballero Bonald, en el prólogo de “Mortal y rosa”, de Francisco Umbral, “las fronteras que separan lo verídico de lo ilusorio son muy indecisas”. Pero la posibilidad de acuerdo acerca el optimismo a la verdad.

Pablo Iglesias apuntaló en marzo las posibilidades de Rajoy, y ahora Javier Fernández hace lo propio en el mes de octubre, 34 años después del histórico triunfo de González, en 1982. ¿Estará Sánchez en el ataúd para siempre? No está meridianamente claro. Espera con la sentencia del autor noruego Karl Ove Knausgärd, en “Un hombre enamorado”: “La verdad no estaba en correspondencia de uno a uno con la realidad”.