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Cuenta ahorro terapia / Por Anabel Poveda

Cuenta ahorro terapia / Por Anabel Poveda

El fin de semana pasado tocó sábado de ¡chicas hay que arreglar el mundo! Nos reunimos en casa de mi amiga Ana, que fue la más lista y se compró un bajo con parcela y jardín para estar morena y saludable todo el año. Así nos pasa, que mientras ella tiene ya un dorado envidiable, las demás nos movemos entre el blanco leche, el amarillo verdoso y el rosáceo.

Así que allá nos fuimos camiseta de tirantes en mano con ansia de sol y sesión intensiva de cotorreo, pistachos y aceitunas negras.

Nuestras comidas son como un programa de Máster Chef: los menús son más complejos que si los elaborara Ferrán Adriá. Que si carne no, lácteos tampoco, gluten veneno, el aceite está prohibido para todas y el azúcar con cuenta gotas.

Decidir qué comemos se convierte en una ecuación que sólo podría descifrar Alan Turing pero, al final, siempre alcanzamos el consenso.

Metidas todas en la cocina a cual más organizanta, nos ponemos al día de los últimos acontecimientos reseñables mientras preparamos ensalada y tortilla de patata versión light, eso sí, con una cerveza en la mano.

Si algo tenemos en común todas, además de la danza, por pasión o profesión, es la necesidad de crecer y trabajarnos a nivel personal.

Hemos decidido no anclarnos en la queja del “me va mal”, “qué desgraciada soy”, “no encuentro curro”, “colecciono cafres como facturas de la luz”, “estoy harta de vivir en casa de mis padres”… y en cambio hemos tomado las riendas de nuestras vidas asumiendo nuestras penas negras como un aprendizaje y una oportunidad de crecimiento.

Esa certeza de que somos responsables de nuestros destinos nos ha llevado a probar con todo tipo de terapias. ¡Somos unas auténticas viciosas! Tanto, que hemos pensado sugerirle a los bancos un producto muy aconsejable para sus clientas VIP: LA CUENTA AHORRO TERAPIA. Más que nada porque si hace unos años alguien nos hubiera avisado de que íbamos a invertir medio sueldo en estar bien con nosotras mismas, tal vez hubiéramos ido ahorrando poco a poco para poder disfrutar de esta vida zen.

Foto: Phil Richards

Foto: Phil Richards

Le damos a todo: acupuntura, masaje metamórfico, biodescodificación, constelaciones familiares,  flores de Bach, naturopatía, eneagrama, medicina integrativa, Reiki, homeopatía, reflexología, técnica de liberación emocional, par biomagnético y alguna más que seguro se me olvida. ¡Lo reivindicamos y nos encanta! Nos ayuda, nos libera y, sobre todo, nos funciona. Lo único malo es que estamos empezando a ver que, en nuestra cruzada, cada vez estamos más elevadas y más solas, porque parece que las mujeres han tomado conciencia y cada vez trabajan más su interior pero ¿por qué nosotras sí y ellos no?, ¿se les pasará por la cabeza ir a terapia y crecer? Hago un llamamiento colectivo: ¡Hombres del mundo un poquito de terapia por favor! Que luego no paramos de escuchar que las mujeres hoy en día estamos locas pero como diría Ketama: “No estamos locas, que sabemos lo que queremos”.

Pero bueno, tiempo al tiempo, ya llegará su despertar, no vamos a ponernos tocanarices y respetemos los ritmos, sin presiones. La jornada fue deliciosa, como siempre, y que conste que no todas las conversaciones fueron tan profundas. Tocamos temas mucho más banales pero de esos ya os hablaré otro día… ¡que no sólo de terapias vivimos las mujeres hoy en día!