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Atando Cabos: Cervantes y Montenegro, el amor perdido / Por Daniel Díez

El pasado 8 de septiembre me encontraba en Belgrado participando en un foro sobre los Balcanes. Inesperadamente, esa noche me pusieron sobre la pista del amor perdido de Cervantes.

Conversaba con Ardijan Mavriq, teniente de alcalde de Ulcinj, ciudad de Montenegro, sobre los lazos culturales que unen los Balcanes y España. Ardijan levantó acentuadamente las cejas cuando le dije que era de Alcalá de Henares y exclamó “¡Cervantes!”. Entonces, empezó a contarme la tradición oral de sus paisanos sobre el cautiverio que sufrió el escritor alcalaíno en la fortaleza de Ulcinj.

Ocurrió durante la época en la que los piratas dominaban esta estratégica ciudad en la costa del Adriático. Este enclave era ya de importancia en época romana, situándose en la Vía Ignatia, que unía Roma con Bizancio. Llamada Dulcinium por los romanos y Dulcino en época veneciana, sus aguas fueron testigo de la Batalla de Lepanto. Con seguridad, Miguel de Cervantes participó en esta batalla embarcado en la galera La Marquesa, bajo la compañía del capitán Diego de Urbina. La leyenda cuenta que Cervantes cayó preso de los otomanos y en su cautiverio se enamoró de la hija del “bey” que gobernaba Dulcino. Esa mujer inspiraría el personaje de Dulcinea. Como memoria de esta historia queda en la ciudad montenegrina la Plaza de Cervantes y una representación teatral en la fortaleza que evoca la leyenda.

Foto: visit-ulcinj.com

Algunos paisanos cuentan que empezó a escribir El Quijote en la celda número 5 de la fortaleza, otros que lo concluyó allí. Pero no sólo eso, sino que la mujer se enamoró de él, no al revés, y al final, la mujer acabó suicidándose. Entre risas, Ardijan me dijo que varios escritores e investigadores habían tratado el tema más seriamente y, en español, me recomendó el libro de Ángela Rodicio “DULCINIUM: El amor perdido de Cervantes” (Editorial Confluencias). La autora desarrolla esta historia, barajando que ese amor habría inspirado a Cervantes para bautizar a la amada de su ingenioso hidalgo como Dulcinea. Por otro lado, “el único relato con final feliz que escribió en su Don Quijote es el del cautivo enamorado de la hija del gobernador otomano… en un puerto de corsarios que siempre perviviría en su memoria, y del que derivaría aquel nombre «músico, peregrino y significativo», Dulcinea”. En ese relato, Cervantes construía un final feliz que su historia personal no tuvo.

Tras su recomendación, Ardijan prometió que se encargaría de promover más investigaciones sobre el tema en su ciudad. Y así llegamos a este mes de febrero, cuando me comunica que van a rodar un cortometraje sobre la vida de Cervantes en Ulcinj y a celebrar un simposio sobre el escritor, queriendo contar con alguna participación institucional o cultural proveniente de la ciudad natal de Cervantes.

Creo que 2017 no debe ser el año en el que pongamos ya el broche al año Cervantes, sino un año más en el tenemos la oportunidad de continuar exponiendo Alcalá de Henares al exterior a través de sus personajes. Como mencionaba en “Atando cabos: Alcalá y México, podemos aprovechar la trayectoria vital de ilustres alcalaínos por el mundo para orientar una diplomacia cultural que fortalezca lazos culturales, turísticos y comerciales con otros pueblos, difundiendo el relato y el nombre de una ciudad abierta al mundo.

* Daniel Díez es abogado.