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Alcalá no es Torrejón de Ardoz / Por Óscar Sáez

Alcalá no es Torrejón de Ardoz / Por Óscar Sáez

Por Óscar Sáez (*)

Dicen que dijo Otto Von Bismarck que «España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido». Con Alcalá pasa algo parecido. Aunque nos empeñemos en intentar cargárnosla unos y otros, año sí y año también, la ciudad resurge, pese a todos, con su alma cultural, como si los cimientos que puso Cisneros y la pluma de Cervantes se manifestaran contra la incompetencia y resucitaran de entre los ladrillos y adquirieran vida propia.

El aire de ciudad diferente que a los alcalaínos se nos olvida con frecuencia renace al ver la cara de los turistas que vienen a ver una ciudad que creían dormitorio y salen convencidos de que han visto la ciudad de sus sueños. La culpa no es de nuestros políticos, ni de los ciudadanos. Es de nuestro pasado y ese alma cultural que está arraigado en la calzada romana de Complutum.

Los turistas vienen a ver una ciudad que creían dormitorio y salen convencidos de que han visto la ciudad de sus sueños

Por eso, Alcalá no es Torrejón, ni lo será nunca. Es verdad que el municipio vecino tiene unas Fiestas con más marketing a base de conciertos gratis, que no se pagan a través de la taquilla, pero se pagan -y en muchos casos más caros- a través de las arcas que se llenan con los impuestos de los contribuyentes. Es verdad, Alcalá no tiene las mejores Fiestas y en Navidad nos dan en los morros a base de chequera. Pero la ciudad tiene un calendario plagado de eventos culturales a lo largo del año que hace que el orgullo complutón se manifieste como cuando nos dicen que Alcalá es un pueblo. «No es un pueblo, es una ciudad», saltamos como resortes.

Estatua de Cervantes de Alcalá de Henares

Ahora, en abril, comienza el Festival de la Palabra, con pasacalles, obras de teatro de primer nivel, conferencias, charlas con escritores, ocio infantil y mucho más. Luego llegará Clásicos, tenemos el Don Juan, el Mercado Cervantino, el Festival de Cine y una iniciativa privada cada vez más potente para realizar conciertos, monólogos o conferencias.

Y sí, es verdad, Torrejón está haciendo bien las cosas en materia empresarial, en desarrollo industrial y en atracción de nuevas inversiones que no vienen a la ciudad complutense porque nos empeñamos en tirarnos los trastos a la cabeza en lugar de aprobar un plan general que genere metros cuadrado de inversión productiva.

Pero cuando se acercan eventos como el Festival de la Palabra o el Mercado del Quijote notamos la diferencia. Aunque me nombren persona non grata allí, Alcalá no es Torrejón de Ardoz. Es mejor, aunque nos empeñemos en cargárnosla.

(*) Óscar Sáez es periodista